
Dedicado a todxs ustedes que se aman e intentan amarse y a todxs nosotrxs que ya lxs amamos y lo seguiremos haciendo
de Ludovico Virtú
traducción e introducción de Roberta Granelli
En estos tiempos de rupturas adentro del movimiento feminista a través de prácticas violentas, como la señalación, la invalidación de vidas y de existencias, la reivindicación de derechos sin reconocer deseos ni cuerpos, quisiera dedicar esta traducción a quien se siente cercanx, empáticx o identificadx con ella. Es en este contexto que surge esta carta de amor: la escribe un compañero de Italia y nace como respuesta a varios debates en las redes sociales, a los que desde hace tiempo nos han acostumbrados algunos grupos LG y otros abiertamente transfóbicos en los que destacaron declaraciones como “nunca estaría con una persona trans”. La publicación de la misma carta, desafortunadamente, se realiza en ocasión de un feminicidio con causas transfóbicas que dejó como víctima a una chica cis, Maria Paola de 18 años, cuyo hermano decidió quitarle la vida porque no aceptaba su relación con Ciro, un chico trans. En estos tiempos de feminicidios y transfeminicidios en México, necesitamos reconocer que negar ciertas existencias no es una herramienta para validar o visibilizar a otras. En estos tiempos, a pesar de la distancia pandémica, necesitamos acuerparnos y hablar de amor. Hablar del amor, como en esta carta, desde el romanticismo radical que pone en duda las normatividades del deseo, desde la ternura radical. Hablar del amor como esta práctica afectiva que se extiende más allá de la piel, como diría Lía García [1].
Dedicado a todxs ustedes que se aman e intentan amarse
y a todxs nosotrxs que ya lxs amamos y lo seguiremos haciendo.
[El siguiente texto fue inspirado por las reflexiones teóricas y las perspectivas trans-disciplinarias de la filósofa Mijke van der Drift, en particular por su artículo Radical romanticism, violent cuteness, and the destruction of the world, Journal of Aesthetics& Culture 10.3 (2018)]
Querida persona trans, te escribo porque ya está en todos los periódicos: hay personas que nunca soñarían poder estar contigo. Ahora, es inútil que te diga que no se puede opinar sobre el deseo ajeno, que es un deseo subjetivo. Y esto tú lo sabes perfectamente. Lo que no sabes, porque nunca logré decírtelo, es que tú me gustas. Sí, persona trans, me gustas. Siento algo por ti. Algo inexplicable, hace mucho tiempo que no me pasaba. De ti me gusta todo, me gusta tu cabello, tu sonrisa, tus ojos, tus hombros. Me gustan tus ideas. Me gusta esa forma tan tuya de ser ¿sabes? Esa forma de alborotarlo todo, de desordenarlo. Incluso cuando no estás.
Creo que eres una persona fuera de lo común, una que siempre hace revoluciones. A los ojos de quien dice no poder amarte, tú no tienes género, no tienes cuerpo, no tienes orientación sexual, no tienes linaje, no tienes piel, no tienes tiempo, no tienes fronteras, no tienes límites. Muchos intentaron definirte, pero yo no quiero definirte, tú para mí eres única.
Según yo eres algo desconfiada. Piensas que no te quieren porque te ven como un vago concepto genital, a través de lentes pertenecientes a un imaginario anatómico del deseo cis-normativo –me encanta cuando pronuncias esta palabra, es un destello erótico, quisiera poder estar en cualquier lugar donde tú estés en este momento.
No estarían nunca contigo porque no saben si tienes una vagina, un pene, gónadas, ovarios, tetas naturales, tetas desnaturalizadas, pecho sucio, pecho cicatrizado. Si alguna vez tuviste todo, si todavía no tienes nada. Tal vez, probablemente también se pregunten como los tienes, pero no creo que su fantasía llegue tan lejos. O tal vez te quisieran con los rasgos de una diferente combinación de órganos: tetas sin vagina, vagina sin tetas, pene con tetas, un poco más femenina, un poco más masculina, un poco menos masculina, un poco menos femenina, un poquito más pasable. No te consideran una persona lo suficientemente verdadera. Quisieran lo que no eres. En cambio yo te encuentro única, y así de auténtica. Tú eres genérica, imprecisa, abstracta, estás más allá, en conclusión: eres persona.
A veces eres justamente el espejo de las percepciones ajenas, eres así de verdadera que la gente tiene crisis de identidad. Tu identidad pone todo en duda, excepto mi deseo hacia ti.
Y es por esto que yo creo amarte. No te amo por tus genitales, no me importan, no sé ni siquiera que genitales tienes y sepas que tus genitales no me interesarán, cuando te vea. Yo te amo porque eres la vergüenza de las familias, la escoria, la ingrata, la aprovechadora. Y aun así sabes amar y sabes todavía odiar.
Te amo porque eres la mujer que vive en su piel la violencia del patriarcado y la transfobia, cada día, con o sin labial. Aun así cada día vuelves a escribir la filosofía de una ética encarnada que nos haga a todos amantes mejores, aunque tengas problemas de pareja. Te amo porque eres el hombre que vio el privilegio moverse hacia él y apoderarse de su masculinidad cuando su presencia infunde miedo en las calles y quien antes te deseaba, ahora no te reconoce. Aun así cada día reflexionas acerca del sentido de la intimidad, pero no abiertamente.
Te amo porque tienes una identidad no binaria y por tanto terminas sin existir. Aun así cada día construyes una nueva forma de relacionarte, fuera de la norma, y a veces no aguantas más. Te amo porque, persona trans, estás llena de contradicciones, de facetas, de perspectivas. A veces también te la crees mucho. Pero para mí todas estas cosas al final no tienen importancia, podrías ser miles y aun así para mí solo eres una: persona. Sueño contigo un romanticismo radical. Un romanticismo soñador que nos permita huir hacia las fronteras del imaginario habitual y que construya nuevas formas de vida encarnada. Un acercamiento cotidiano al cambio que mire a los ojos la violencia y la disparidad de poder que se crean en las relaciones y que, reconociéndola, la toque. Quisiera tocar esta violencia contigo, persona trans, tocar las dinámicas de poder que nos oprimen, que nos diferencian y que al mismo tiempo nos convierte en deseantes. Quisiera convertir esta ética táctil en una proximidad, hacer de ella una rutina contigo.
De manera que todo lo que toquemos sea transformación.
Quisiera conocerte, pero tengo miedo. Tengo miedo que la destrucción de los estereotipos sobre la deseabilidad culmine en el final del mundo ¿Y si tocarte disolviera las categorías que le permiten a mi cuerpo funcionar?
Tuyo
L.
[1] Lía García es pedagoga, artista del performance, poeta, activista feminista y de los derechos humanos de las personas trans. Utiliza su misma vivencia, su propio cuerpo, para tejer lazos con el contexto (tanto mexicano como de otros países) destruir barreras a través de encuentros afectivos.
Texto en italiano
Cara persona trans, ti scrivo perché ormai è su tutti i giornali: ci sono persone che mai si sognerebbero di stare con te. Ora, è inutile che io ti dica che non si può sentenziare sul desiderio altrui, che è un desiderio soggettivo. Questo lo sai benissimo. Quello che non sai, perché non sono mai riuscito a dirtelo, è che tu mi piaci. Sì, persona trans, mi piaci. Provo qualcosa per te. Qualcosa di inspiegabile, era da tanto che non mi capitava. Di te mi piace tutto, mi piacciono i tuoi capelli, il tuo sorriso, i tuoi occhi, le tue spalle. Mi piacciono le tue idee. Mi piace quel tuo modo di fare, sai? Quel tuo modo di abbaruffare tutto, di scompaginare. Anche quando non ci sei.
Credo che tu sia una persona speciale, una che fa sempre le rivoluzioni. Agli occhi di chi dice di non poterti amare non hai genere, non hai corpo, non hai orientamento sessuale, non hai una discendenza, non hai pelle, non hai tempo, non hai confini, non hai limiti. In tanti hanno cercato di definirti, ma io non voglio definirti, tu per me sei unica.
Secondo me sei un po’ sospettosa. Pensi che non ti vogliano perché ti vedono come un vago concetto genitale, attraverso le lenti di un immaginario anatomico del desiderio cis-normato – adoro quando pronunci questa parola, è un moto erotico, vorrei poter essere ovunque tu sia in questo momento.
Non starebbero mai con te perché non sanno se hai una vagina, un pene, gonadi, ovaie, tette naturali, tette snaturate, petto sconcio, petto cicatrizzato. Se hai mai avuto tutto, se non hai ancora niente. Chissà, magari si chiedono anche come ce li hai, ma io non credo che la loro fantasia arriverebbe a tanto. O magari ti vorrebbero nelle sembianze di una diversa combinazione di organi, tette senza vagina, vagina senza tette, pene con tette, un po’ più femminile, un po’ più maschile, un po’ meno maschile, un po’ meno femminile, un po’ più passabile. Non ti ritengono una persona abbastanza vera. Vorrebbero quello che non sei. Io invece ti trovo unica, e così autentica. Tu sei generica, imprecisa, astratta, sei oltre, insomma sei: una persona.
A volte sei proprio lo specchio delle percezioni altrui, sei così vera che la gente ha le crisi di identità. La tua verità mette in dubbio tutto, tranne il mio desiderio per te.
Ed è per questo che io credo di amarti. Non ti amo per i tuoi genitali, non mi importa dei tuoi genitali, non so nemmeno che genitali hai e sappi che dei tuoi genitali non mi importerà, quando ti vedrò. Io ti amo perché sei la vergogna delle famiglie, la reietta, l’ingrata, l’approfittatrice. Eppure sai ancora amare e sai ancora odiare.
Ti amo perché sei la donna che vive sulla sua pelle la violenza del patriarcato e la transfobia, ogni giorno, con o senza rossetto. Eppure ogni giorno riscrivi la filosofia per un’etica incarnata che ci renda tutti degli amanti migliori, e poi hai problemi di coppia. Ti amo perché sei l’uomo che ha visto il privilegio spostarsi su di sé e abbattersi sulla sua maschilità quando la sua presenza incuteva paura per strada e chi prima ti desiderava, ora non ti riconosce. Eppure ogni giorno rifletti sul significato e sul senso dell’intimità, ma non in pubblico.
Ti amo perché hai un’identità non binaria e quindi finisci per non esistere. Eppure ogni giorno costruisci un nuovo modo di relazionarti, fuori dalla norma, e a volte non ne puoi più. Ti amo perché, persona trans, sei piena di contraddizioni, di sfaccettature, di prospettive. A volte sei anche piena di te. Ma per me tutte queste cose in fondo non hanno importanza, potresti essere mille eppure per me sei solo una: persona.
Sogno con te un romanticismo radicale. Un romanticismo sognante che ci permetta di sfuggire ai confini dell’immaginario abituale e che crei nuove forme di vita incarnata. Un approccio quotidiano al cambiamento che guardi in faccia la violenza e la disparità di potere che si creano nelle relazioni e che, nel riconoscerla, la tocchi. Vorrei toccare questa violenza con te, persona trans, toccare le dinamiche di potere che ci opprimono, che ci differenziano e che insieme ci rendono desideranti. Vorrei rendere questa etica tattile una prossimità, farne con te una routine.
In modo che tutto quello che tocchiamo sia cambiamento.
Vorrei conoscerti, ma ho paura. Ho paura che la distruzione degli stereotipi sulla desiderabilità culmini nella fine del mondo. E se toccarti dissolvesse la categorie che permettono al mio corpo di funzionare?
Tuo.
L.