[Artículo académico de Fabrizio Lorusso – Cita “La interpretación de la relación externa en América Latina: los patrones de continuidad y retorno en el análisis social de la región”, UNIVERSUM, Nº 23. Vol. 2, 2008, pp. 128-135, Univ. de Talca (Chile), link a la revista – link al artículo original]
Universum (Talca) versión On-line ISSN 0718-2376 Universum v.23 n.2 Talca 2008
http://dx.doi.org/10.4067/S0718-23762008000200007
Revista Universum N: 23 Vol.2: 128-135 , 2008
ARTICULOS
La interpretación de la relación externa en América Latina: Los patrones de continuidad y retorno en el análisis social de la región
Fabrizio Lorusso (*) (*) Posgrado en Estudios Latinoamericanos, Facultad de Filosofía y Letras (FFyL)Maestro en Administración de Empresas por la Universidad L. Bocconi de Milán, Italia. Maestro en Estudios Latinoamericanos por la UNAM (México) y actualmente Doctorando en Estudios Latinoamericanos en la UNAM. Dirección para correspondencia
RESUMEN
El artículo trata de evidenciar el camino histórico, los alcances y, asimismo, los límites teóricos y explicativos de las concepciones más difundidas en parte de la academia latinoamericanista y su análisis social acerca de la inserción internacional de América Latina y sus relaciones con el resto del mundo. Se utilizan, como marco de referencia, las principales interpretaciones de los procesos de la globalización que han ido conformando distintas “escuelas de pensamiento” o teorías que podemos clasificar en transformación, novedad, continuidad y retorno, siendo estas últimas las más apreciadas en los Estudios Latinoamericanos e incluso en la opinión pública de la región.
Palabras claves:
América Latina – Relación externa – Globalización – Continuidad – Retorno – Análisis social.
ABSTRACT
The article aims to underline the historical path, the scope as well as the theoretic and explanatory limitations of the most wide spread conceptions in latinamericanist academy and its social analysis about international insertion of Latin America and its relations with the rest of the world. As a reference frame, mainstream interpretations of the processes of globalization are used, which have been shaping different schools of thought or theories that can be classified in transformation, novelty, continuity and return, being the last two ones the most considered in the Latin American Studies field and even in the public opinion of the region.
Key words:
Latin America – External relation – Globalization – Continuity – Return – Social analysis.
EL ANÁLISIS SOCIAL LATINOAMERICANO: EL CONTEXTO INTERNACIONAL Y REGIONAL
Una parte del análisis social actual en América Latina, con respecto a su inserción y relaciones con los otros bloques y sobre todo con su vecino del Norte, se caracteriza por el regreso frecuente de visiones integracionistas como las de un futuro de unión bolivariana o bien proyecciones para apoyar propuestas electorales. Por el otro lado, parece descuidarse el peso de las responsabilidades y de las decisiones locales para justificar el estado de cosas y eso es parte de una larga tradición intelectual latinoamericana que les otorga una gran importancia a los factores externos y sobrestima su importancia con el efecto de distorsionar el impacto de las relaciones económicas y políticas internacionales. Estas visiones tienden a ver a la región como simple destinataria de las estrategias externas, en especial de los Estados Unidos en el periodo después de la Segunda Guerra Mundial1. En general, las ciencias sociales latinoamericanas han tendido a la formación de discursos con un trasfondo nacionalista y “contrahegemónico” que descuida las responsabilidades internas en las condiciones de pobreza, subdesarrollo y rezago institucional y se aparta de visiones abiertas para afrontar la complejidad creciente del contexto social y económico. Para citar un ejemplo, el anti-imperialismo, sobre todo en la vertiente anti-yanqui, ha sido un marco común para los discursos políticos en el subcontinente por parte de actores, partidos y formaciones a veces muy distintos entre sí, desde el Presidente mexicano Luis Echeverría en la década de los 70, hasta Getulio Vargas y Juan Domingo Perón, respectivamente en Brasil y Argentina, unas tres décadas antes, y, finalmente, Hugo Chávez o Evo Morales en la actualidad. Por tanto, se puede hablar aquí de una retórica, raras veces seguida por una práctica, de tipo contra-hegemónico, la que está dinámicamente relacionada con la evolución histórica de lo que se entiende como hegemónico en una determinada área geopolítica. Por el otro lado, el mismo discurso admirador del progreso y del siglo americano, la tendencia “europeizadora” y el trasfondo anti-indígena mantenido por una parte de las elites continentales a lo largo de la historia latinoamericana, sobre todo con el auge del positivismo a finales del siglo XIX, constituye otra retórica legitimadora ligada estrictamente al desarrollo de lo hegemónico, es decir, de lo que en un momento dado se reconoce como dominante (por su poder material superior) y aceptado (por su capacidad de influencia) en el plano internacional.
Las actitudes señaladas anteriormente encuentran sus orígenes a partir de la década de 1920 y, al expandirse el activismo estatal en educación y construcción de ciudadanía, los intelectuales contribuyeron a unificar un programa en torno a las ideas de autonomía y nacionalismo así como a crear modelos explicativos (que en ciertos casos derivaron en normativos), de ingeniería social, política y económica2, en los momentos en que cada vez era predominante la idea de que el desarrollo debía ser conducido desde el Estado3. El ideal romántico tardío de patria y libertad, de naturaleza y país nuevo había engendrado un entusiasmo peculiar en los intelectuales latinoamericanos que pronto lo transformaron en instrumento de afirmación nacional y justificación ideológica4. Ello dio apoyo intelectual para que el Estado desarrollista latinoamericano emergiera claramente en la década de 1940, en la que se fomenta la alianza entre intelectuales y sistema político en su critica al liberalismo y se sostiene que la verdadera emancipación se daría con la independencia económica y en particular con la I.S.I.(Industrialización por Sustitución de Importaciones)5.
El ambiente internacional de entreguerras propició el nacimiento de diversas formas de anticapitalismo y antiliberalismo en la Rusia Soviética, en la Alemania nacionalsocialista y en la Italia fascista que destacaron las implicaciones más fatalistas del capitalismo “clásico”6 y también empezaban a surgir ideas de jerarquías geográficas y diagnósticos entre países, de acuerdo a los ritmos de su estructura económica, de su relación dinámica con otras economías y su participación en el comercio internacional7. Todo ello se contraponía a la visión liberal más extrema de la escuela austríaca de Mises y Hayek quienes destacaban la capacidad autorreguladora de los sistemas sociales y económicos, ya que incluso en los periodos de crisis dramática como en 1929, la estructura productiva debería dejarse libre de ajustarse por sí sola8. A partir de la década de 1930, el progresivo alejamiento del modelo liberal en la economía se sumó a políticas más autárquicas y nacionalistas que paradójicamente tenían que apoyarse en el sistema internacional para ser más “nacionales”, y asimismo se legitimaban en retóricas emancipadoras y visiones antiimperialistas apoyadas en la progresiva integración de sectores de la sociedad9. Estas precedieron las corrientes marxistas que penetraron con cierto retraso en la región10 y se sumaron al repudio de las formas representativas liberales clásicas proponiendo vías “superiores” de representación y formas “científicas” de coordinación de recursos11. Estas políticas y sus resultados tuvieron un nivel de aceptación general relativamente alto y las promesas de redistribución sectorial de los beneficios, tanto con el populismo clásico como con el desarrollismo, distinguieron claramente dicha fase hasta la década de 1980, cuando se dio inicio a la siguiente etapa de corte neoliberal en la que prevalece la visión de una imposición externa de políticas sin legitimación, de un recorte del sistema de beneficios y de la falta de consenso 12.
EXPLICACIONES CONVENCIONALES Y RAÍCES TEÓRICAS: UNAS EVIDENCIAS PRELIMINARES
En América Latina, en el marco anterior, se creó un esquema altamente convincente para explicar las relaciones internacionales de la región, el cual tenía gran flexibilidad para ser replicado en cualquier tiempo y espacio al subordinar el estudio de las economías y sociedades nacionales a una estructura internacional espacial estática y a una visión lineal de la historia. Esta postura puede identificarse en el enfoque de Centro-Periferia de la década de 1940 y en el dependentismo de los 60, los cuales encontraban como aval de sus argumentos la indiscutible hegemonía de las potencias extranjeras y notablemente del vecino estadounidense. Sin embargo, ello no consideraba la presencia en la Periferia de algún tipo de margen de maniobra, la dinámica de las decisiones internas y a fin de cuentas las responsabilidades nacionales en el subdesarrollo. Todo fenómeno podía asumir la dimensión de una operación dependiente de una estructura dada de las relaciones internacionales que veían la formación de un sistema de división internacional del trabajo bajo la hegemonía, a menudo confundida con la pura dominación, de un núcleo de países que subordina y transmite el progreso técnico en el sistema13. Las visiones nacionales se conforman a una historia de creciente dominación de la periferia por el centro, fuera la Inglaterra victoriana o los Estados Unidos de la Guerra fría. Por lo que el subdesarrollo latinoamericano era, en palabras de Sunkel y Paz, parte de un proceso históricamente simultáneo: “El desarrollo y el subdesarrollo pueden comprenderse, entonces, como estructuras parciales pero interdependientes, que componen un sistema único” 14.
Una visión escéptica de las “sabidurías convencionales”, es decir, de aquellas convicciones basadas en alguna teoría económica que se afirman como verdad y deus ex machina para explicar el desarrollo y el subdesarrollo, encuentra en la historia reciente del pensamiento económico una suerte de sucesión cíclica, articulada en proposiciones y “dogmas”, pseudo-teorías y prescripciones instrumentales. En realidad, el conocimiento sobre las causas y los mecanismos del desarrollo así como las formas de medirlo son limitados y, por tanto, no hay certidumbres y recetas efectivas a priori para manejarlo como fenómeno unitario15. El alejamiento de estos supuestos tendió al refuerzo de una visión cíclica o bien continua en la dinámica social y económica internacional, ya que tanto los sistemas explicativos aceptados, convencionales o “impuestos”, así como las visiones que se definen contrahegemónicas y alternativas propusieron interpretaciones universales y abarcadoras, con base en la idea de una repetición de momentos y condiciones históricas propicias para su realización práctica. También en el estudio de las relaciones entre los dos “polos”, el norte y el sur, del hemisferio occidental han entrado consideraciones más generales o interpretaciones globales y sistémicas para explicar sus dinámicas y lógicas, a la vez que se identificaba un proceso de constante imposición o dominación de lo que se podía identificar cada vez en modos diferentes: imperialismo, occidente, capitalismo global o simplemente con un país, Inglaterra, Francia o Estados Unidos. Se pudo así conformar una imagen distorsionada o unilateral de los procesos históricos y del concepto de “occidente” que llegó a confundir los parámetros de un análisis social fundamentado y se trasladó en el campo de la ideología que se ha denominado “occidentalismo”16. Por todo lo anterior, es importante pasar brevemente en reseña las principales tendencias del pensamiento reciente sobre globalización, ya que este se relaciona con las interpretaciones acerca de la calidad, los vínculos, márgenes y tipologías de la inserción internacional de América Latina.
AMÉRICA LATINA ENTRE LA CONTINUIDAD Y EL RETORNO
Como mencionaba, en América Latina la relación externa se ha interpretado frecuentemente según lógicas de imposición, con cierta continuidad de la dependencia y del imperialismo histórico17. Desde la década de 1990, el binomio globalización-neoliberalismo se ha difundido como moneda común para describir un fenómeno que en América Latina se ha descrito como poseedor de lógicas inherentes de dominación y control casi absoluto desde los países desarrollados, sin embargo, en la literatura académica el panorama es más diverso y menos sesgado y se detectan cuatro tesis generales sobre la globalización: de novedad, de retorno, de continuidad y de transformación18.
La de novedad define el proceso de globalización como un fenómeno ahistórico e inevitable, algo completamente nuevo que revoluciona las interacciones sociales y diluye el papel del Estado nacional, tal como se había configurado en la tradición occidental19. El enfoque de transformación señala que las evoluciones recientes son un cambio histórico sin precedentes que, sin embargo, representan la cumbre de un “proceso histórico de larga duración caracterizado por contradicciones y que resulta significativamente moldeado por factores coyunturales”20. En dicha visión, la globalización no sería algo inevitable o superior a la historia sino que un acontecimiento históricamente definido y hasta momentáneo que engendra grandes oportunidades y fuertes amenazas. Básicamente, las tesis de retorno y continuidad no ven nada particularmente nuevo a la lógica del capitalismo: la primera propone una visión cíclica de los procesos actuales, ya que los compara con periodos anteriores a la Primera Guerra Mundial; mientras que la segunda, identifica la fase más reciente como parte de un continuo y secular proceso de acumulación y expansión del capitalismo o bien de sus lógicas internas de corte imperialista21.
En ese marco debe precisarse que existe una cercanía ideológica entre el actual debate sobre globalización y el pretérito, de los años sesenta y setenta, también por la afinidad entre la escuela de la dependencia y el enfoque del “sistema mundial” que encuentra como referente principal a Immanuel Wallerstein, quien es más cercano a un esquema de continuidad. Otro referente importante en América Latina sería también Samir Amin, más ligado a la hipótesis del retorno en cuya visión “el imperialismo no es una fase, ni siquiera la fase más alta, del capitalismo: desde el comienzo es inherente a la misma expansión capitalista”22 y, por tanto, reproduce sus relaciones y no crea nada nuevo en el sistema global. En particular estas dos últimas tesis, parecen ser las más difundidas para explicar la condición y la inserción internacional de América Latina.
Ello ha generado una tendencia reactiva que desdeña explicaciones que den cuenta de fenómenos complejos según líneas más históricas y contingentes, prefiriéndose teorías abarcadoras y explicaciones universales que, sin embargo, no encajan con los “pedazos” de un mundo más fragmentado y asimétrico después de la Guerra fría23. Tanto en el discurso político como en el debate intelectual contemporáneo se emplean conceptos como imperialismo, hegemonía, expansión capitalista y globalización, que ya han ido difuminando su fuerza explicativa al convertirse en categorías abarcadoras y universales, sin posibilidad de falsificación, casi sin historia ni espacio propios: por ejemplo, creció el empleo ahistórico de los términos “imperialismo” y “capitalismo” en detrimento de otros enfoques más matizados como, por ejemplo, los de imperialismo informal o los que reconocen y analizan las variedades de “capitalismos” nacionales y las diferencias de intereses y objetivos dentro del mismo sistema24. Así, se privilegiaron conceptos como el de hegemonía tout court, reducible a su componente de dominación puro o bien, a veces, confundida con los de americanización y globalización, en lugar por ejemplo de conceptos como el de “ciclo hegemónico”, poder duro y poder blando que pueden tener su propio valor heurístico25. En este sentido, la matización que éstos realizan y la posibilidad de una descomposición en sub – elementos analíticos es una ventaja identificable para utilizarlos en distintas ciencias sociales. El poder duro (o hard power, en inglés) se podría identificar con el concepto clásico de poder en las relaciones internacionales que tiene en cuenta la fuerza demográfica, la económica “dura” (producción industrial y bélica, tecnología de punta) y, sobre todo, la dimensión militar de un Estado nacional. Para hacer un ejemplo, es el tipo de influencia privilegiada, en el debate político estadounidense, por los neocons y los fautores del concepto de “guerra preventiva”, lema tan repetido cuanto abusado después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. En cambio, el poder blando, cuyo uso es fomentado, en línea general, por los demócratas y las corrientes más liberals, se mueve en la esfera ideológica y perceptiva, se sustenta en la búsqueda del consenso, en la construcción de una imagen positiva del país a nivel internacional y en la obtención “espontánea” de los objetivos de política internacional, sin el empleo directo de la fuerza de coacción26. El desglose de los componentes en que puede dividirse el poder blando, como son, entre otros, los patrones culturales y de consumo, la influencia de los mass – media (cine, TV, periódicos, Internet, etc.), las sabidurías académicas más en boga elaboradas por los think tanks, resulta un ejercicio interesante para entender los lados oscuros y sutiles de las construcciones hegemónicas.
Finalmente, se puede afirmar que la región ha tenido un trasfondo de dependencia del exterior en recursos e ideas pero también ha tenido significativos grados de maniobra y de responsabilidad sobre su ubicación en el sistema internacional y sus formas de interpretarla, las cuales han contribuido a la creación de flujos de respuesta significativos e influyentes. No obstante, la perspectiva analítica general quizás resultó ser menos realista que idealista en las explicaciones de cómo las economías de mercado trabajan o funcionan y en la evaluación de la vulnerabilidad, las restricciones, dificultades e inestabilidades ligadas a la relación con los vecinos y lejanos rincones del globo. Las consideraciones aquí expuestas quieren tener un trasfondo crítico y, asimismo, posibilista en cuanto pretenden auspiciar la renovación de las agendas de investigación regionales para modular propuestas y refinar esquemas interpretativos según las distintas realidades que se mueven en la vinculación dinámica de Latinoamérica con el mundo.
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Artículo recibido el 5 de diciembre de 2007. Aceptado por el Comité Editorial el 3 de julio de 2008
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