La Santa Muerte y la prensa italiana: una reseña crítica desde México, Fabrizio Lorusso en Revista El Cotidiano, UAM, 2011

El cotidiano 169 UAM revista logo[Artículo de Fabrizio Lorusso, “La Santa Muerte y la prensa italiana: una reseña crítica desde México”, Revista El Cotidiano, núm. 169, septiembre-octubre, 2011, pp. 59-70 – UAM – Azc. México DF  ISSN: 0186-1840 link al original]

El presente artículo intenta trazar una reseña crítica de las notas periodísticas publicadas en páginas de Internet de medios informativos en lengua italiana que han tratado el tema del culto a la Santa Muerte en México. Los artículos considerados contienen materiales suficientes para arrancar con una discusión crítica y, asimismo, gracias a la literatura disponible en español y en inglés, además de los trabajos de campo realizados por el autor, se van a proponer aclaraciones y explicaciones acerca de algunos elementos característicos de este culto popular mexicano, aún poco estudiado y comprendido, sobre todo en el exterior. Traté de conservar en las traducciones el sentido y la estructura de los textos originales para dar cuenta del lenguaje y los contenidos de la manera más fehaciente posible. La reseña cubre prácticamente todas las notas de prensa que se rastrearon en Internet con “búsquedas cruzadas” hasta el mes de febrero de 2011. En los meses siguientes hasta el momento del envío de la versión final de este texto no se encontraron más artículos relevantes sobre el tema.

Hasta la fecha, no se cuenta con una colección hemerográfica realmente amplia en italiano sobre la Santa Muerte, lo que sí se constata para el caso del idioma español y el inglés, al ser México y Estados Unidos los países más interesados por la formidable expansión de esta devoción. Sin embargo, lo poco que hay no parece tener calidad suficiente para cumplir con su deber de informar, ni para plantear claramente problemas relevantes sobre lo que ocurre en México, sobre todo en la frontera norte y en la capital, que son las regiones más citadas, y en la religiosidad popular del país. Por tanto, voy a destacar unos cuantos artículos que son, de alguna manera, “pioneros” e interesantes por sus fuertes mistificaciones que influyen en la opinión pública italiana sobre estos temas y que espero poder aclarar y, de alguna manera, precisar.

Planteo que estas distorsiones son provocadas principalmente por 6 factores que, finalmente, acaban convirtiéndose en un hito común a todos los artículos, sin importar su procedencia ideológica o el medio:

(1) la distancia cultural y física de los autores y de sus mismos planteamientos;

(2) las tendencias amarillistas de los medios desde los nacionales, impresos y televisivos, hasta los locales y los exclusivamente digitales en línea;

(3) el tradicional descuido de la prensa y la televisión italiana hacia las problemáticas sociales y políticas del exterior y, en particular, de América Latina y de los países del que se solía denominar “tercer mundo” o en “vías de desarrollo”, lo cual se refleja, en menor proporción, en los medios presentes solamente en Internet;

(4) la idea preexistente y muy poco definida en Italia de lo que es México, de su historia y de la reciente “guerra al narcotráfico” lanzada por el Presidente Felipe Calderón y, en general, los temas de la violencia y la muerte entendidos como “productos culturales” de exportación pero, asimismo, como fuentes de burdos estereotipos;

(5) específicamente, el muy aproximativo conocimiento de la historia y la actualidad del culto a la Santa Muerte, lo que lleva a demonizar gratuitamente un fenómeno social e incluso un país entero, al tratar de explicar la violencia con argumentos fáciles, ligados al satanismo, a los sacrificios humanos (quizás una reminiscencia de las antiguas prácticas aztecas, tan notorias y mistificadas en Italia) o una simple guerra entre bandidos con nombres y pasados “llamativos” para el público;

(6) la influencia de la prensa amarillista de medio-bajo nivel, pero igualmente de medios masivos influyentes y “profesionales” los cuales, tanto en México como en otros países del mundo, han distorsionado enormemente el fenómeno de la violencia y todo lo que, erróneamente, se la ha ido ligando y asociando con mecates invisibles y artificiales.

Las fases de amor y odio hacia la Santa Muerte

En este sentido, cabe destacar que también en México el culto a la Santísima Muerte tuvo que pasar a través de cuatro distintas fases en los medios de comunicación.

(i) Silencio

Durante muchos años hubo simple y sencillamente un silencio y desconocimiento casi absolutos en los medios. Hay un rastro del culto a la Santa Muerte en Tepito en la novela de 1961 “Los hijos de Sánchez” de Oscar Lewis, pero no se trata de periodismo ni de análisis puramente académico. También hay otras evidencias del siglo XX y anteriores acerca de adoraciones rendidas a la muerte santificada en el país, pero tampoco tienen que ver con medios informativos aunque tienen un gran valor antropológico e histórico.

(ii) Delincuencia común

Para finales de la década de 1990, se pasó a una etapa de amarillismo generalizado y asociación con el mundo de lo oscuro y de la delincuencia, especialmente después de la detención del secuestrador y devoto de la Santa Muerte Daniel Arizmendi, alias El Mochaorejas, en 1998: se trata de un verdadero lanzamiento mediático y, en buena parte, mistificador con efectos casi irreversibles en la opinión pública que dio por verificada, desde entonces automáticamente, la precaria ecuación delincuencia=Santa Muerte=esoterismo, ocultismo, satanismo.

 

Paréntesis 1: el caso de los narcosatánicos

Inclusive hubo algunas aserciones sobre la conexión entre la Santa Muerte y el notorio caso de los llamados narcosatánicos de 1989, aunque, en efecto, no habría pruebas concretas de ello y, más bien, la semejanza entre la “Santa de los olvidados” y la santería debe de haber despistado la atención de periodistas y expertos hasta la fecha. El jefe de la banda de Matamoros, Tamaulipas, quien efectuaba rituales santeros con sacrificios humanos, el cubano-estadounidense Adolfo de Jesús Constanzo, no era el capo de un poderoso cártel, sino un santero dedicado también al narcotráfico, al homicidio y al plagio de clientes, colaboradores y ayudantes. Posiblemente haya sido una de sus “plagiadas”, su ex compañera Sara Aldrete Villareal, quien es conocida como la “narcosatánica” por una campaña mediática que así la nombró. Según su versión de los hechos, después de padecer secuestro por parte de Constanzo y su banda, fue detenida por la policía y sometida a graves actos de tortura, y hoy se encuentra presa en el CERESO femenil de Santa Martha Acatitla con sentencias condenatorias cuando menos discutibles (Aldrete, 2001). En mi opinión y según los datos de que dispongo, Adolfo de Jesús manejaba para sus rituales de santería cubana y Palo Mayombe un “nganga”, una especie de olla con adentro restos de animales y humanos, huesos y figuras esqueléticas que, unos años después, podrían haber sugestionado a los comunicadores y haber llevado a la opinión de que se tratase de una imagen de la Santa Muerte. La historia vende pero no me parece comprobable.

 

Paréntesis 2: las grandes ligas del narco

Y es que el primer caso de narcotraficante de las “grandes ligas” que se relaciona con la Santa Muerte no sale en los medios sino hasta 2001, con la detención en Tamaulipas de Gilberto García Mena, alias El June, líder de una célula del cártel del Golfo, y el descubrimiento de un altar subterráneo dedicado a la Muerte en su mansión. Lo mismo ocurrió en 2004 cuando personal del ejército mexicano allanó una casa en las Lomas de la Ciudad de México que era un laboratorio para procesar cocaína del cártel del Golfo, liderado por Osiel Cárdenas Guillén en ese entonces. Además, la Santa Muerte tenía su imagen en Culiacán, en la capilla del ex bandido “Robin Hood”, Jesús Malverde, así que su estatua está justo a lado del “primer” santo de los narcos del estado de Sinaloa.

(iii) Delincuencia organizada

Entre otros, estos indicios y noticias llevaron a que empezara una tercera etapa que ve a la Santa como protagonista de las disputas entre narcotraficantes que se encomendarían a ella para el éxito de sus operaciones, la protección personal y para una muerte honrada. La famosa novela La Santa Muerte. Tres relatos de idolatría pagana de Homero Aridjis, compuesta por tres cuentos sobre fiestas de narcos, niños de la calles y tradiciones y leyendas michoacanas, pese al título altisonante, tiene muy poco que ver con la Santa Muerte, quien aparece marginal y esporádicamente. Más bien, se reafirman todas las mistificaciones y simplificaciones sobre su devoción, muy eficaces para el comercio, aunque mucho menos para la evolución del conocimiento.

(iv) Reconstruyendo a la Santa Muerte: del mito a la realidad

Una última etapa (iv), transversal a las otras, ha ido cobrando más autoridad y difusión en el último lustro: es la de la descomposición del mito y la revelación progresiva de la realidad en que el periodismo, quizás, se acerca un poco más a la academia y a la propia investigación de campo, así que se proponen notas y reportajes menos sesgados, más completos y etnográficos, con esa carga de curiosidad e interés que escarba más allá del mito y halla nuevas evidencias empíricas. De esta manera, el periodismo de investigación propone reportajes y enfoques incluso más relevantes hasta para los medios comerciales y sus exigencias noticiosas, pero también para la gente común, cada vez más rodeada por un fenómeno ya no reducible y definible simplemente a una “naquiza” barrial, satánica o narca. El libro editado por Porrúa de la fotógrafa e investigadora Claudia Reyes, La Santa Muerte: historia, mito y realidad de la Niña Blanca (2010), va justamente en la dirección de develar mitos y verdades históricas en su interacción dinámica para comprender mejor esta devoción a través de textos y, sobre todo, imágenes que acerquen a los lectores de manera más completa.

Si urgen respuestas y entendimiento, ya no es suficiente aplicar un mismo estándar o cliché. Es cierto que la Santísima lleva décadas, probablemente siglos, escondida y oculta, y también su difusión fue por canales familiares, barriales, rurales y populares, lo cual no excluye que, como parte de la población pobre y marginal de este país, también quienes se hayan dedicado en un momento de su vida a una actividad ilícita sean o hayan sido parte de su feligresía. Esto es más probable pero no hay una ecuación determinada y unívoca porque sí, o porque así afirmó la prensa en algún momento.

La Santa en el frente italiano

Volvamos al frente italiano. A pesar de que ya van unos 10 años o poco más desde que se dio la emersión mediática y pública de la Santa Muerte en México, la prensa italiana sólo recientemente (2007-2011) comienza a dar cuenta del culto a la Niña Blanca, pero lo hace juntando las fases dos y tres, o sea, la de (ii) demonización por ser un “culto satánico y delincuencial”, (iii) más la vinculación con el mundo del narco. Al contrario, se descuidan las interpretaciones de la Santa dentro de la religiosidad popular, se le ve como un objeto no identificado y, por ende, aún no se le considera como uno de los muchos santos laicos o religiosos que México ha tenido a lo largo de su historia.

Se pueden encontrar unos pocos análisis más serios en italiano en las páginas de revistas, investigadores y documentaristas: el de Opificio Cíclope de Bolonia (2010), la revista CarmillaOnLine.Com (Lorusso, 2009-2011), en LamericaLatina.Net (Lorusso, 2007-2011), en Riflessioni.It (Bocchi Modroni, 2009), en la revista InStoria (Novak, 2007) además de la página italiana de EsoPedia (Santa Morte, 2011), el equivalente esotérico de Wikipedia. Entonces, a pesar de la relativa escasez y simpleza de la bibliografía periodística, este primer acercamiento que propongo puede ser novedoso y útil para aportar evidencias al conocimiento sobre este culto y, más bien, sobre las percepciones que comienzan a desdibujarse en los medios extranjeros sobre él y su país de origen.

Lo que vende: exotismo y mexicanidad violenta

Un problema general detectado es el marco de exotismo y superficialidad con que todavía hoy se manejan los temas latinoamericanos y mexicanos, en especial, la violencia, el narcotráfico, la migración, la marginación y la pobreza en las metrópolis, la historia y la cultura, sea popular, sea indígena o mestiza. Y si, además, en los relatos y en las imágenes, es decir, en el contenido del cuadro y dentro del “marco”, se colocan un poco de sangre en manchas difusas, uno que otro estereotipo y una mezcla, al gusto, de misterios abstractos, será bueno para prensa y Tv. Y también para el Internet, claro. A todo eso se le da un buen título que mencione unos sacrificios humanos, una santa mortal y obscura, unas cuantas víctimas, drogas y balaceras. El resultado es muy escénico y genera visitas en el web (o ventas para periódicos de papel).

El arte abstracto y surrealista aplicado al periodismo es una práctica ancestral, no llego yo a descubrirla, pero ¿será útil para comunicar una información correctamente? No lo creo y, a menudo, ni siquiera parece ser éste el interés del comunicador, lamentablemente. Ya que el culto a la Santa Muerte no es demasiado conocido (mucho menos en Italia que en México) y es relativamente joven, trato de destacar algunos rasgos con la intención de aprovechar la reseña de prensa para que no se siga utilizando como atajo para explicar o informar sobre realidades complejas de un país como México en el exterior. Salvo raros casos de artículos salidos entre 2007 y 2010, la mayoría de mis referencias se publicaron en enero de 2011, sobre todo a raíz de la detención del autonombrado arzobispo de la Santa Muerte, David Romo, y de la aparición de cadáveres en Ciudad Juárez que la policía relacionaría con la práctica de los sacrificios humanos en honor de la Santa Muerte.

Es una manera algo burda de desviar la atención. Los muertos que ya se han calculado por la “guerra al narco”, ya sea entre los cárteles o entre los narcotraficantes y las fuerzas policíacas y militares, siguen aumentando. Rebasaron el tope de 30mil en 4 años, y Juárez ya se ganó el triste récord de ciudad más violenta del mundo por sus más de 3000 asesinatos en 2010: lo que llega a la prensa italiana de todo esto es, a veces, un popurrí de acontecimientos desligados entre si y condimentados con sazón esotérica, especialmente rendidora cuando también se quiere mencionar el culto a la Flaquita.

La imagen de la muerte de México para el mundo, hoy

Su imagen esquelética con guadaña, balanza, túnica blanca, negra o de colores, sin duda, llama la atención y acaba impactando en el imaginario y las percepciones de la gente tanto en México como en Italia. Sin embargo, los motivos y las modalidades de ese impacto pueden ser bastante distintas, visto que, probablemente, para los mexicanos la visión de una calavera o de un esqueleto en una habitación o incluso en la calle no representa de por si una experiencia aterradora, al contrario.

Las sarcásticas y populares catrinas de José Guadalupe Posada y las calaveras de todo tipo, forma y color están en todos lados y se volvieron incluso una especie de “producto-imagen de exportación”. La celebración del Día de Muertos católico, readaptado según las líneas guía de un folclor nacionalista basado en la reincorporación post-mortem de la tradición prehispánica, en México fue declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO, agencia de las Naciones Unidas para la ciencia, la educación y la cultura. Parece ser que la idea de la mezcla entre los pueblos, la fusión de las “razas” de los conquistadores españoles y los indígenas, se conjugue, en este caso, dentro de un ámbito principalmente religioso y popular finalizado al recuerdo de los difuntos. Sin embargo, ésta es una muerte domesticada por la iglesia y el estado. En las regiones de mayor influencia y presencia de la tradición y de los pueblos indígenas existe, además, otro tipo de familiaridad con la muerte que ya no se relaciona tanto con dulces, calaveritas, estampas y ofrendas sino con los conceptos de fatalidad, del ciclo vida-muerte y sus relativas ceremonias que siguen manteniendo sus diferenciaciones locales lejos de la capital, históricamente el centro aglutinador, uniformador y difusor del impulso y los constituyentes de la identidad nacional.

 

La Santa Muerte y México

Por lo que se refiere a la Santa Muerte, que es otra cosa aún, quienes viven en México llevan unos 13-15 años escuchando y leyendo sobre ella según las fases que delineé anteriormente. Posiblemente la preponderancia y reiteración de las notas “amarillistas”, basadas en “escándalos” de magia negra o en presuntas sectas y sacrificios, en narco satanismo, narco altares, narco santuarios, en la identificación de luchas apocalípticas del bien contra el mal, en falsos líderes y demás confusiones, sigue siendo un marco válido para describir la información en circulación sobre el culto hasta la fecha. Por otro lado el público se va formando e informando cada vez más y, de esta forma, se va perdiendo el halo de misterio entorno a un fenómeno más estudiado y comprendido. No siempre pasa lo mismo también en el exterior, no obstante,

En los Estados Unidos, en México y otros países, la tendencia está cambiando y desde hace algunos años los productos audiovisuales y los reportajes están reinterpretando y colocando nuevamente en las percepciones de la audiencia la naturaleza del culto a la Santa Muerte, su realidad histórica y antropológica que nació donde el riesgo de cualquier tipo (económico, social, físico, etcétera) y la muerte son el pan de cada día y la palabra crisis indica un estado permanente de la existencia y no una coyuntura. Se le ve como una devoción custodiada por familias, patriarcas y matriarcas, guardianas, tías y abuelas que sin renunciar a la Virgen de Guadalupe, pues siguen también a la Señora del más allá.

La imagen de la muerte, a veces Santa, en Italia

A los italianos, muy probablemente la muerte descarnada evoque sentimientos ancestrales de rechazo y el recuerdo de algún mural barroco en un osario o en una iglesia de pueblo. O bien, recuerde unas películas ochenteras de terror estadounidenses, las playeras de los Iron Maiden o la chamarra de piel de algún motociclista rudo. Esta es cultura “pop”, popular y global, es memoria fotográfica colectiva, pero no tiene mucho que ver con la esencia del culto mexicano si no es que marginalmente y, de todos modos, sólo en los últimos años en que atestiguamos la mercantilización y la globalización mediático-digital de la Santa. Hay cosas que venden y hacen vender, empiezan a ligarse al culto y al merchandising, pero las iconografías semejantes, la de este tiempo y la del pasado “pop”, así como los sentidos religiosos, las subculturas relacionadas y las vivencias de la gente no han de ser confundidos. Por un lado, está el culto a la Santa Muerte, del otro, están las viejas y nuevas expresiones comerciales de una iconografía llamativa con sus playeras, movies, álbumes y discos compactos. Y así, por un lado, hay catrinas, día de muertos y calaveras, por otro, la Santísima. Por lo general, hay finalmente una repulsión social alta y clara hacia la imagen de la muerte en Italia mezclada a una fascinación macabra para algunos sectores de la población y subculturas.

Y en la prensa italiana

Últimamente, también en Italia, el periodismo está empezando a hacer uso de la iconografía y los símbolos de la Muerte santificada mexicana, al descubrir con retraso sus “virtudes” sensacionalistas y promocionales. Queda claro que su presencia hasta la fecha sirve para reforzar opiniones comunes más que explicar acontecimientos y fenómenos sociales, de modo que también en el mediterráneo las palabras narcotráfico, cártel y México lleguen, en su discurso, a coincidir semánticamente con muerte, violencia y, en lo religioso, Santa Muerte, así de fácil. No hay espacio ni tiempo para mayores matizaciones, al parecer. No importa si se persiste en la ignorancia sobre pedazos importantes de mundo, no importa si se confunden las creencias populares con la muerte del día a día, la de los migrantes centroamericanos y mexicanos, la de las mujeres de la frontera y de las que intentan abortos clandestinos, la de la guerra al narco y de los “cuernos de chivo” y la de la pobreza, para mencionar unos cuantos ejemplos. Por lo tanto, la guadaña protectora resulta de cierta utilidad para publicar notas acerca de una región semi-olvidada que aparece sólo cuando hay algún espacio vacío en la lista de prioridad de noticias para hablar de una que otra matanza entre “esos violentos” mexicanos o de alguna epidemia exótica y porcina.

Reseña: el Corriere – I parte

Es sintomático de las tendencias que acabo de exponer un artículo del periodista Guido Olimpio (2011) en el principal diario italiano con un tiraje de más de 600mil copias diarias, il Corriere della Sera, sección exteriores, que tiene por título: México. Delitos y rituales en Ciudad Juárez. El sacrificio humano para “Santa Muerte”. Homicidios cometidos en honor de la “Señora de las sombras”, la protectora de los criminales. Y luego, el arranque. En México ya no se mata sólo por la droga, sino también en honor a Santa Muerte, la protectora de los criminales. Víctimas sacrificales ofrecidas a la “Señora de las sombras”. Al menos dos delitos, acaecidos en estos días en el área de Ciudad Juárez se habrían cometido según un ritual ligado a Santa Muerte.

Cuál sería este ritual de mala fama no se sabe, ni se pretende explicar. El hecho de contar a la “república de los lectores” que de entre los 30mil muertos provocados en 4 años por la llamada “guerra al narcotráfico” en México, hay quizás dos que se le dedican a “Santa Muerte”, no ayuda mucho a entender el asunto. De haber habido asesinatos en Juárez según esas presuntas “modalidades rituales”, pues sería mucho más útil explicar por qué en ese municipio muere tanta gente que representa casi un 20% de las “narco-muertes” del país, o bien, por qué se cuentan más de 500 pandillas juveniles “contratadas” por los cárteles rivales en esa plaza. A partir de ello, el tema del culto y la religión podrían ser interesantes como parte de sus creencias y subculturas, ya que la Santa Muerte no es nada más “la protectora de los criminales” y normalmente no se relaciona con prácticas y víctimas de sacrificios humanos.

Quienes simplemente tienen interés en alentar versiones de este tipo al relatar los hechos dramáticos que vive la frontera norte, pues tal vez esté poco enterado de la temática sobre la cual especula o a lo mejor escribe de un escritorio lejano y apartado. Esta crítica puede ser válida incluso para los medios mexicanos que durante años sacaron a luz sensacionales noticias y reportajes sobre alguna desconocida secta satánica que de pronto utilizaba la imagen del esqueleto con guadaña.

Es bastante fácil y rentable explotar la imagen de la Niña Blanca y vincularla a la magia negra sin más, o a las sectas que sacrifican a animales, a la sangre y a la muerte, lo cual es un engaño mediático. Nadie excluye que haya chamanes y brujos que vendan sus servicios esotéricos y utilicen también la imagen de la Flaquita para sus rituales, así como lo han hecho algunos famosos capos en el pasado, pero de nuevo esto no corresponde totalmente como en una ecuación a sus orígenes y prácticas actuales a nivel popular. Aquí el nexo es funcional a la condimentación de la noticia, aún más si esta va dirigida al lector italiano promedio que poco conoce entorno a la violencia y los narcos en México.

Como también confirmó en entrevista el hojalatero social y cronista Alfonso Hernández, director del Centro Estudios Tepiteños de la Ciudad de México y profundo conocedor del culto a la Santa Patrona de Tepito, sucede que mucha gente, en realidad, tiene tatuajes de santos y profesa su fe exteriorizando señas y pertenencias, sean o no sean delincuentes, narcos mexicanos, mafiosos o camorristas italianos (Lorusso, 2010). Por lo mismo, pueden tener tatuajes de la Virgen de Guadalupe, de San Judas Tadeo, de la Santa Muerte o de Malverde y probablemente en este mismo orden de popularidad. Lo que pasa es que si un secuestrador, un capo o un simple maleante tienen un tatuaje guadalupano o del Cristo, pues la noticia no jala, pero si aparece en un sombro algún “santo prohibido” o estigmatizado, allí sí que la morbosidad noticiosa puede satisfacerse.

Otro detalle. He encontrado un uso muy escaso en México (un artículo académico, algunos de prensa y unos cuantos blogs) de la llamativa y periodística expresión “Señora de las sombras” (en italiano “Signora delle ombre”) utilizado por Guido Olimpio (Lara Mireles, 2008). Si bien existe, es muy poco común para referirse a la Niña Blanca quien tiene muchísimos otros apodos y nombres como La Patrona, La Señora, La Hermosa, la Niña Bonita, La Jefa, La Madrina, La Comadre, etcétera. “La Señora de las sombras” es menos usado y resulta ser más conocido en la red como título del primer álbum de la banda italiana de metal gótico Cadaveria, o bien, como una novela de la escritora inglesa Philippa Gregory de 1997, en la que cuenta de una monja con poderes sobrenaturales en la Inglaterra del siglo XVI.

Reseña: el Corriere – II parte

Hay santuarios – el más importante está en Ciudad Juárez – y pequeños templos donde son puestas pequeñas estatuas que representan a la Gran Segadora con la guadaña en la mano. Los fieles deponen botellas de tequila (que quiere significar el cáliz), manzanas (símbolo del pecado), dinero, dulces, collares y cigarros. Luego se recogen en oración, a veces rezando el rosario. Existe también un pequeño manual con los 26 rituales “para conseguir salud, dinero y amor”. Hace pocos días, la policía detuvo a David Romo, un ex militar, casado con cinco hijos, autonombrado “obispo” de la secta. Por años el predicador ha tratado de explotar el sequito popular para Santa Muerte. De eso sacaba ventajas económicas y apoyo.

También la “Gran Segadora”, como la “Señora de las Sombras”, es una fórmula poco usada y es, más bien, un calco del inglés “Grim Reaper” (otro nombre llamativo para titulares que fue de una banda británica de heavy metal fundada en 1979). La vinculación de la oferta de tequila como representación del Santo Cáliz no resulta de las investigaciones etnográficas sobre la Santa Muerte y las manzanas representan al pecado original mucho más en el cristianismo y en la Biblia que en la devoción mexicana de la Muerte, ya que la ofrenda con fruta llega, en parte, de la tradición Yoruba y cubana para simbolizar la vida, la abundancia y el nutrimento del alma y del cuerpo. También el uso de licores mexicanos y caribeños como el tequila, el mezcal y el ron se asocian a la influencia cubana de la santería que es un elemento importante para comprender la polifacética Santa Muerte .

El artículo habla de la presencia inclusive de manuales con los rituales con un tono fascinado, sorprendido y crítico como si se preguntara cómo se ha podido llegar a tanto. En verdad, los manuales caseros, editados o digitales disponibles en la red son decenas y hay que tomarlos por lo que son, o sea, intentos de formalización y difusión con valor de testimonio escrito, muchas veces pero no siempre con fines comerciales, de una serie de prácticas aún en formación y evolución, las que guardan, por lo mismo, un discreto nivel de espontaneidad y creatividad.

Sobre los altares públicos y privados, otra casi-aberración o rareza exótica a los ojos del periodista, cabe decir que hay muchísimos altares y pequeñas capillas y santuarios en las calles y callejones, así como dentro de las vecindades, en carreteras y terrenos baldíos de la capital (cerca de 1500 se han contado en 2010) y de muchas otras ciudades a lo largo de todo el país y hasta en Estados Unidos, Japón y Dinamarca. Según el artículo el más importante de ellos está en Juárez lo que no queda muy claro y demostrado, en cambio supongo que se quiso dar más importancia a la misma nota de prensa nada más sin mencionar significados e historias de los altares en México.

Quizás su referencia haya sido el altar, por cierto único y especial, que se va a construir en un reclusorio juarense con 13mil pesos de contribución estatal. Tal vez se refería al santuario de la familia Salazar inaugurado el 15 de agosto de 2010 en Juárez que es el primero en abrir sus puertas “al público”. De todos modos, los más notorios y frecuentados del país se encuentran en el centro de la Ciudad de México y son custodiados por guardianas, mujeres mayores que tratan de guardar su devoción y compartirla en espacios abiertos sin desvirtuarla, dizque, el de Doña Queta en Alfarería, colonia Morelos, alias Tepito, y el oratorio de Doña Blanca por Ferrocarril de Cintura. El título de “altar más importante” o supremo, inventado por el periodista, es totalmente arbitrario aunque posiblemente, según investigadores y devotos, los altares que mencioné en el DF más los ubicados en Zacatecas, Hidalgo, Oaxaca, Chiapas, Veracruz y frontera norte, sean los más significativos por su historia y séquito.

Sobre el mencionado caso de David Romo, no tendría mucho que contestarle a la nota que tampoco ahonda en detalles. Lo único sería que ya no se trata de un personaje muy representativo si no fuera por su gran presencia mediática, cruz y delicia para los aspirantes jefes, desde hace años. Por cierto, tuvo un papel y una influencia sobre la historia reciente del culto y su percepción hacia “el mundo externo”, hasta organizó manifestaciones callejeras, siembra de altares y ordenamiento de diáconos en medio México. Fundó en el 2000 y registró en 2003 (hasta 2005, cuando se le quita el registro) ante la Secretaría de Gobernación la Iglesia Santa Católica Apostólica Tradicional México-Estados Unidos (ISCAT Mex-EEUU) que la prensa promocionó como si fuera LA Iglesia de la Santa Muerte, con liderazgo sobre toda la feligresía del culto como ya fuese algo unitario. Este control, así como tal, no existe ni hay una institución centralizada ya que mucha gente, barrios enteros y devotos se resisten a esa idea para no caer en las mismas lógicas jerárquicas de toda institución religiosa dotada de poder de movilización y dinero. De todos modos, el personaje de Romo es llamativo para la prensa, es un “chisme” asegurado, incluso en el exterior, además de permitir una fácil identificación y consecuente denigración del culto a través de la creación de un líder.

Reseña: del Corriere a sus seguidores…

La nota anterior del Corriere della Sera es retomada por otras páginas web que, a veces, la resumen y evidencian algunos otros detalles interesantes. Veamos por ejemplo el diario Ilsussidiario.Net.

Para ser sinceros – como es obvio – no se trata de una santa reconocida por la Iglesia (a pesar de que sus seguidores se declaran católicos) sino de un rito ligado según algunos a los mayas y según otros se remonta al siglo XVIII (Redazione, 2011).

No sé quién haya ligado específicamente al pueblo Maya el origen del culto a la Niña Blanca pero sería interesante descubrirlo, ya que, si bien los Mayas tenían deidades del inframundo así era para todos los otros pueblos del área que Paul Kirchhoff denominó Mesoamérica, de modo que la frase del periódico italiano pareciera una simplificación del tipo “en México sólo había Mayas y Aztecas, los más famosos pueblos precolombinos de allí” que es algo muy común cuando se habla de los antiguos pobladores de estas tierras. Hay un movimiento “etno-nacionalista” de la Santa Muerte que la identifica con los dioses del más allá, Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl, venerados en amplias zonas del México central y meridional, de los que Ella sería la legítima heredera.

En realidad, lo más probable (aunque el tema es debatido) es que queden unos rasgos de ciertas cosmovisiones y tradiciones preexistentes en algunas regiones, pero muchas prácticas rituales, religiosas y funerarias ancestrales, evolucionaron, se mezclaron y fundieron con otras de origen colonial, a partir de una herencia prehispánica heterogénea hasta llegar al México moderno (Ruiz, 2001). El concepto del ciclo vida-muerte y los dioses del inframundo de los pueblos que lucharon contra los españoles puede, sin duda, constituir un terreno fértil para praxis e imaginarios, aunque no se detecta una continuidad regular entre éstos y los cultos modernos a la muerte y la misma Santa Muerte.

Como lo señala Elsa Malvido (2005), en el siglo XVIII en la Nueva España ya circulaban las imágenes barrocas y tardo medievales de la muerte, relacionadas con las cofradías de la buena (y santa, o sea, en paz y gracia de Dios) muerte las que garantizaban a los ricos una sepultura digna y un ascenso acelerado al reino de Dios mientras que los pobres iban a parar a las fosas comunes. Esta iconografía es la referencia para la actual figura de la Niña Blanca y hay algunas evidencias de que se estuvo difundiendo y guardando secretamente para evitar la persecución de la Santa Inquisición, ya que ésta condenaba la “idolatría pagana” de la imagen de la muerte que le rendían los indígenas y pobladores prácticamente en todo el territorio novohispano. Estamos lejos del discurso periodístico italiano y, en parte, del mexicano, sobre los presuntos “adoradores de la muerte” que hacen sacrificio humanos al “estilo mexica”. Incluso en Italia, es una imagen muy común en osarios e iglesias de provincia, aunque no faltan casos importantes de Iglesias de la Muerte como la de Molfetta, Apulia, la de la Cofradía de la Buena Muerte, Chiesa di Santa Maria dell’Orazione e Morte, en Roma, y la de San Benedetto alle Ossa en el centro de Milán (Lorusso, 2011).

 

La santa recluta adeptos entre las capas más pobres de la población, criminales, narcotraficantes y bandidos que a menudo matan a personas en su honor (sigue del anterior artículo en Sussidiario.Net).

No se agregan más detalles, así queda casi totalmente definida en el mensaje la identificación entre pobres y delincuentes, entre países pobres y narcotráfico, entre México y la frontera y los bandidos que tanto aparecieron en series y películas de antaño también en Italia. Por lo que se refiere a la devoción a la Señora, pues está demostrado que su difusión se dio durante décadas, especialmente entre sectores marginales del mundo rural y urbano, lo que por cierto no implica una correspondencia con la delincuencia común y organizada. El hecho de que la nota reporte, hoy en día, acerca de matanzas específicamente “en su honor” y no por otros motivos me parece una mistificación y una desviación de la atención pública de las razones profundas de la violencia. Es un poco como cuando a mediados de los noventa, al salir a la luz mundial la tragedia de los feminicidios de Juárez, se empezaron a buscar los culpables más improbables en asesinos seriales y maniacos, con la esperanza de que los medios y las autoridades dejaran de investigar esa grave situación social.

La agencia de prensa italiana

La página de noticias DirettaNews reporta una nota Ansa (2011) (la mayor agencia de prensa italiana) con el siguiente título: Detenido en México líder de la secta “Santa Muerte”. Es acusado de haber secuestrado a dos personas, del 5 de enero de 2011 la cual incluso trata de abordar burdamente el tema histórico, confundiendo y echando en una única grande olla el Día de Muertos católico y su versión mexicana, la tradición prehispánica, la Santa Muerte y las esculturas de J. G. Posadas “el antiguo culto de la muerte, de origen precolombina pero con elementos de la liturgia católica – la Iglesia católica lo condena – emerge en la tradición popular mexicana del Día de los Muertos y en la iconografía típica de los esqueletos (calaveras) en atuendos civiles, con que los antepasados muertos recuerdan a los vivos sus deberes morales. La secta de la Santa Muerte venera como sagrada la imagen de la muerte con semblante de un esqueleto coronado y vestido de seda y con la guadaña en la mano, a la que los devotos, difundidos entre las clases populares y en el mundo de la criminalidad, hacen ofertas de flores, dinero, tequila, cerveza o cigarros”.

Se mezclan, entonces, todos los imaginarios de la muerte en México, nuevos y viejos, sin distinguir entre elementos básicos e históricos del culto a la Santa Muerte y telones de fondo, influencias y sincretismos y, además, en seguida se habla de una “secta que ahonda sus raíces en antiguos cultos paganos precolombinos”, sin especificar más, con ese dejo exótico y prohibido que poco nos cuenta de la realidad. Según un simple diccionario, una secta es “un conjunto de personas que siguen una doctrina filosófica, religiosa o política que se despega y disiente de una doctrina ya difundida y afirmada”, así que no pienso que es válida para definir el culto a la Santa Muerte que es más bien una devoción popular que agrega un santo más no aprobado por la Iglesia y sin pretensiones de serlo.

Otro punto es que la popularidad de esta llamada “Santa de los olvidados” o de los “desesperados” ya ha alcanzado a todas las capas de la sociedad mexicana y sale de los confines de clase e inclusive del país, para expandirse a los “menos olvidados y desesperados” de las clases medias y altas.

La arremetida mediática vaticana

Radio Vaticana (Allarme et., 2011), la voz de la Iglesia católica y del Vaticano, también interviene denunciando en una nota la presunta Alarma “sectas” en México. Los obispos: no a la veneración de Santa Muerte. La “alarma de las sectas” y la adoración idolatra de la figura de la muerte sigue desde hace siglos gracias a la incansable acción del clero y no es, por lo tanto, una noticia de la última hora como pareciera del comunicado urgente divulgado el 10 de enero del 2011. Hay como una fijación en contra de esta devoción mientras México y Centroamérica caen en las manos de las iglesias (neo)pentecostales y protestantes. Veámos.

“Una petición a todos los mexicanos para que abandonen la práctica del veneración de “Santa Muerte” ha sido lanzado con preocupación por el vocero de la Arquidiócesis de la Ciudad de Mésico, padre Hugo Valdemar.

El sacerdote – refiere L’Osservatore Romano[1] – manifestó que la fe en “Santa Muerte”, representada por un esqueleto con una guadaña en la mano, es contraria al cristianismo.  “Su veneración – explicó el vocero de la Arquidiócesis – ya se volvió un ritual preferido por loa exponentes de la criminalidad organizada mexicana y por los narcotraficantes”.
Hay una semejanza impresionante entre esta perspectiva y la de los periodistas del mainstream quienes, a mi parecer, podrían explicarnos mejor el fenómeno en términos sociales e históricos en vez de especular sobre su compatibilidad con la fe cristiana, sus nexos con el satanismo y otras por el estilo.

Y el Vaticano remata de esta manera:

Los promotores de la devoción – declaró el vocero de la arquidiócesis de la Ciudad de México –  aprovechan de la ignorancia de la gente y de su debilidad sicológica. Cristo ha llegado sobre  la tierra para vencer al pecado, a la muerte, a los señales de poder del mal y su destrucción. El líder de la secta – agregó el religioso – expresa una energía y un sentimiento negativos que son muy peligrosos. Refiere sus acciones a la ayuda del maligno, actúa en nombre del diablo.

¡Vaya! También aquí la estrategia de identificación de un líder único, malvado y cruel, para quitarle crédito a un culto popular que, en efecto, no tiene jefes ni jerarcas y cuenta ya con quizás 5 o 10 millones de seguidores en varios países del mundo. Creo que la Iglesia se esta preocupando cada vez más por esta llamada “secta”, que secta no es, así como hacía en los tiempos de la Inquisición en la Nueva España para reprimir a las reminiscencias religiosas fuera de su doctrina. En cambio, no es peregrina la idea, aplicada a David Romo en este caso, de que haya guías espirituales y personajes (seudo)carismáticos quienes, en algunos casos, traten de cooptar a la gente creyente y necesitada, o bien, que deseen fundar iglesias, liturgias, alianzas de altares y estructuras jerárquicas reconocidas para controlar partes de la feligresía y, en fin, tener palancas de poder y movilización: sólo el tiempo nos dará cuenta de estos intentos y evoluciones, aunque hasta ahora pareciera que la Santa ha hecho respetar la sabiduría popular del refrán “no solapa pendejos, ni enaltece a cabrones”. Otra cosa aún pueden ser los simples oficiantes del culto quienes se dedican a dirigir rosarios y armar altares, aunque a veces el límite entre estas figuras podrías ser cuando menos difuminado.

 

Muchos de los que creen en “Santa Muerte” – concluyó padre Valdemar – están convencidos de que se trate de un santo como todos los demás, cuando, al contrario, ni siquiera existe”. La arquidiócesis de la Ciudad de México invita a todos los seguidores a destruir todas las imágenes de “Santa Muerte” sin temer ninguna venganza o represalias “porque el poder de Dios es más grande que el mal”.

Por última vez, recordemos que la Santa Inquisición, la cual era peligrosa de verdad, persiguió por siglos las imágenes de la muerte que la misma Iglesia y las cofradías habían importado en las Américas: hubiesen pensado en eso antes. Cuando el pueblo reelabora y hace suyas unos símbolos y expresiones culturales, es difícil controlar sus desarrollo desde la cúspide de la pirámide. Finalmente en la nota, prevalece una visión clásica y paternalista contra el populacho ignorante que estaría a la merced de la moda, del demonio y de puros demiurgos malos y así se dice “perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

En cambio, lo saben muy bien y efectivamente la gente demuestra de muchas maneras su hartazgo hacia instituciones que no la representan, expresa su cansancio contra la represión de la libertad de la mujer y el aborto – está el ejemplo de Guanajuato (Mícher Camarena, 2010) contra el machismo y el paternalismo imperantes, contra los escándalos de pederastia en el clero y los otros abusos y abandonos a que la Iglesia la ha lentamente acostumbrado. Por no tener ya cabida en ese universo religioso de iglesias excluyentes y dirigidas desde fuera, el pueblo sigue elaborando respuestas y creando alternativas de fe y devoción en los nichos de sus barrios y de sus íntimas creencias, las que no dejan de tener como referencia fundamental a Dios, a la Virgen, a Jesús y al catolicismo.

La última perla de desinformación de la misma fuente vaticana nos cuenta que el culto de “Santa Muerte” está prohibido por la Secretaría de Gobernación porque no respeta las finalidades indicadas en su estatuto por la ley mexicana sobre las asociaciones religiosas y de culto.

El culto a la Santa Muerte no está prohibido por la ley, si no se configuraría una vulneración gravísima a los principios constitucionales y a la libertad de culto y religión en México, sin embargo, entiendo que contar la historia de esa forma es más sugestivo. Lo que sí es cierto es que la asociación religiosa fundada a su tiempo por Romo, la ISCAT Mex-EEUU, perdió en 2005 su registro ante Gobernación porque había violado los términos de ley con la introducción de otras figuras como la Santa Muerte y, más tarde, el Ángel de la Muerte. Así que no hay santos prohibidos por el Estado.

Otras notas

En un artículo, Alessandro Grandi (2009), de la celebre agencia italiana PeaceReporter, aun sin profundizar demasiado en el tema del culto a la Santísima, por el formato editorial de la página, publica el artículo México, todos en contra de la Santa Muerte, el cual no se deja conducir por fáciles tentaciones amarillistas y queda más en línea con la prensa de la que llamé Reconstrucción de la Santa Muerte o fase (iv). Grande tiene un apego a los hecho, defiende la libertad de culto, escucha las voces de los devotos, menciona la presencia de narcos y criminales entre las filas de la devoción pero no transforma este hecho incontrovertible en un estigma o ecuación, y finalmente reporta también las opiniones de católicos opositores sin inventarse líderes de uno u otro bando. No se proponen titulares sobre sacrificios de bestias y hombres en alguna ciudad salvaje del país.

Otro post del 10/01/11 es el del periodista Paolo Manzo en el blog de una prestigiosa revista italiana, Panorama.It, títulado “México, contra los narcos bajan a la cancha los exorcistas”, tiende a la ambigüedad y al sensacionalismo sin exagerar en sus evaluaciones específicas sobre el culto a la Muerte Santa que es utilizado, más bien, para condimentar la breve nota sobre el narcotráfico (Manzo, 2011). La secuencia de noticias mencionadas crea cierta correlación lógica que el periodista deja pendiente, sin explicarla, en este orden, entre: la emergencia de la criminalidad en México, la preocupación de la Iglesia católica, la consecuente capacitación de más exorcistas, el sincretismo típico de la religión en México, la magia negra, y por fin la detención de Romo, “líder del Santuario Nacional a la Santa Muerte”, la que, por lo menos, no es una connotación falsa, ya que se habla del Santuario, no del culto o de alguna iglesia. Se nota la habilidad del comunicador en no meterle demasiado escándalo al asunto, aunque su conclusión cae en el estereotipo al sentenciar “en suma, el límite entre culto y criminalidad es cada vez más sutil”. No se explica que tienen que ver los exorcistas con la Santa Muerte y la lucha al narcotráfico.

Por lo menos, no se llama “giornalismo” (periodismo) – I parte

Para cerrar esta reseña, propongo dos artículos del mismo portal de prensa, Giornalettismo.It (que se podría traducir de alguna manera como “periodiquitismo”, diminutivo cariñoso de periodismo). Lo bueno es que no se llama “giornalismo” o periodismo si no sería algo paradójico por el tipo y calidad de notas que publican.

En la primera de Donato De Sena (2011), “Cura, santón o criminal? Del culto de la Santa Muerte a secuestros y droga”, leemos que “la policía mexicana detuvo al guía espiritual del culto de Santa Muerte, culto de la iglesia tradicional mexicana, que se opone a la iglesia romana católica. Se trata de David Romo un controvertido líder que puede presumir un séquito de unos cuantos millones de personas”.

De nuevo, ¡Vaya, tanto poder! Esta cifra de adeptos suena, más bien, como estimación del número de devotos de la Santa en el mundo según reportan diferentes medios en México y claramente no representa al séquito de David Romo, llamado aquí “el guía espiritual” como si fuera el único o como si tuviera un papel de alguna manera institucional de representante. No se puede negar que tenga y haya tenido un gran número de simpatizantes y frecuentadores en su Iglesia Tradicional en la calle de Bravo del centro histórico capitalino. La identificación de un líder es, entonces, funcional, como ya vimos en otras notas.

Además, el culto no se opone a la Iglesia, sino que ocurre exactamente lo contrario, dado que ésta se ha pronunciado en repetidas ocasiones contra la idea y el ejercicio de la libertad religiosa de los ciudadanos.

“Sus fieles son considerados, en su mayoría, criminales de vario tipo, como los vendedores de droga, ladrones, persones de bajo nivel social”.

Ya he mencionado frases coloridas de la misma índole, pero ésta remarca el concepto de discriminación social y la identificación entre pobres y marginados (que son una categoría socio-económica) confusos con narcomenudistas, rateros y, finalmente, todos acomunados por su fe en la Santa Muerte. Por un lado, es cierto que la opinión común sobre ello, difundida en los medios mexicanos, históricamente ha sido muy negativa en ciertas etapas y, en algunos casos, ha estado cambiando, pero para informar correctamente sería oportuno no limitarse a reportar la opinión común (y corriente) sino dar otras versiones sobre un fenómeno tan complejo. La postura del autor de la nota parece hablar de masas populares indistintas entre ignorantes, pobres, rateros, narcos y  bandidos de otros tiempos con calaveras en la mano y no explica mucho más.

 Por lo menos no se llama “giornalismo” (periodismo) – II parte

El último artículo del mismo portal informativo tiene un título que recuerda las películas terroríficas de bajos recursos procedentes de Estados Unidos, “Los sacrificios humanos de la  Santa Muerte: religión y droga en un enredo letal. Los narcotraficantes mexicanos son diezmados por contiendas sanguinarias y cada vez más acuden a un rito macabro”.

Es una especie de versión más cruda del precedente reportaje. Cuenta la autora Martina Chiarei (2011) acerca de una víctima de asesinato en Ciudad Juárez sobre cuyo “pecho estaba el tatuaje distintivo de un esqueleto arropado como mujer fatal (femme fatal en el texto original). La policía lo ha reconocido como la “Santa Muerte”, un macabro icono femenil que sustituyó a la Virgen María como una improbable fuente de alivio profano para las legiones de gangster y matones mexicanos”

El apodo de femme fatal o mujer fatal suena claramente irónico y denigratorio, además, tratándose de la Muerte, no podría que ser fatal, pero en fin eso no nos aclara mucho los hechos violentos de los que se pretende informar. Lo demás es un elenco de “lugares comunes” sin mucho más que comentar a estas alturas. Se le atribuyen los adjetivos de macabro y profano al culto, de fatal y letal a la Santa, esa “improbable (¿según quién?) fuente de alivio profano” que, siempre siguiendo a la autora, habría desplazado a la Virgen María (creo que se quería referir a la advocación guadalupana de la Virgen). Otro dato tendencioso.

Y hay más: “en los procesos y en las redadas contra los cárteles, la Santa Muerte a menudo está involucrada como un indicio de culpabilidad. En el juicio de Gabriel Cardona, acusado de secuestro y homicidio en nombre del cártel del Golfo, los investigadores explicaron que recogía la sangre de sus víctimas en un vaso brindaba a la Santa Muerte. Cuando la policía irrumpió en una casa ocupada por un líder del cártel de Sinaloa, encontró una habitación entera transformada en una capilla de la Santa Muerte”.

Como sabemos, los altares, las capillitas y los cuartos oratorio en las casas mexicanas son algo muy normal y se dedican a un sinnúmero de santos y vírgenes, entre los que entra también la Santa Muerte y muchos santos laicos como el Niño Fidencio o Malverde. El hecho de que un narco tenga su santuario en la casa no es un gran motivo de escándalo, incluso si hay estatuas de la Niña Blanca, y sería noticia si no lo tuviera, me atrevo a decir. Los detalles macabros sobre las costumbres alimenticias y los rituales de estos nefastos personajes condimentan la nota pero tampoco informan sobre la situación en el país y los problemas reales. Aún menos informa sobre la violencia en México y el culto a la Santa Muerte, tan patente y llamativa en el título del artículo, y lo único que pareciera ser importante son los detalles macabros que nada tienen que ver con éste, sino con una mente trastornada. Hablar simplemente de una santa fatal que induce a la gente a beber sangre, hacer sacrificios y transformarse en Hannibal Lecter, pues no es tan profesional y sólo sirve para distraer al público con versiones preempacadas de la realidad mexicana.

La nota sigue con un final tipo “mexican fiction” y sigue sin explicarnos nada: “Para los habitantes de Ciudad Juárez, el relajo desencadenado por una figurita de cartón que se parece más a una macabra prostituta que a la atroz segadora, sería algo divertido si no fuese tan desesperado”.

No hay ningún relajo desencadenado por una figurita de cartón con semblantes de macabra prostituta en Juárez. El caos, más bien, lo provocan los cárteles en lucha y la connivencia de las autoridades, la corrupción de unos agentes estadounidenses y mexicanos en la frontera, los polleros que lucran con los emigrantes, las bandas de policías deshonestos y de fiscales intimidados, la escasa fuerza de la ley, la impunidad al 97%, el machismo, la maquila y la explotación del trabajo, las pandillas juveniles, por ejemplo. Se la atribuye a la Santa Muerte una apariencia de prostituta macabra que es algo bastante visionario: sería algo divertido, si no tuviera un sabor misógino.

 

 

Referencias bibliográficas

 

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De Sena, D. (2011, 5 de enero). Prete, santone o criminale: dal culto della Santa Muerte a sequestri e droga. Giornalettismo.It. Consultado el 31 de julio de 2011 en http://www.giornalettismo.com/archives/108335/david-romo-arrestato-santa-muerte/

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[1] El periódico oficial de la Ciudad del Vaticano:  http://www.vatican.va/news_services/or/home_ita.html

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