[Fabrizio Lorusso de Revista Variopinto al Día] La jornada electoral del 2 de febrero pasado en El Salvador no fue suficiente para determinar quién será el nuevo presidente del país para el periodo 2014-2019, ya que ningún candidato logró sumar el 50% más uno de los votos necesarios y habrá segunda vuelta.
El izquierdista Salvador Sánchez Cerén, candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), nacido como unión de formaciones guerrilleras en la época del conflicto armado y, después de los Acuerdos de Paz de 1992, convertido en partido político, obtuvo el 49% de los sufragios. Salvador Sánchez, de 69 años de edad, es actualmente el vicepresidente del país y fue Ministro de Educación. De resultar ganador, sería el primer ex guerrillero presidente de El Salvador, mientras que en América Latina los otros dos mandatarios-guerrilleros son José Mujica en Uruguay y Dilma Rousseff en Brasil.
En segundo lugar quedó el candidato derechista de Alianza Republicana Nacionalista (Arena), el odontólogo de 67 años Norman Quijano, ex alcalde de la capital San Salvador, quien logró cerca del 39% de los votos. Arena gobernó al país por unos 20 años hasta 2009, pero surgió en los ochenta, cuando se relacionó con los escuadrones de la muerte durante la guerra civil. Roberto d’Aubuisson, su fundador, fue acusado de tener implicaciones en el asesinato de monseñor Arnulfo Romero en 1980. Quijano y Sánchez Cerén van a competir en la segunda vuelta electoral prevista para el 9 de marzo y ya están oficialmente habilitados para comenzar una nueva campaña electoral.
Es la quinta vez que los salvadoreños votan en las presidenciales después del fin del conflicto (1980-1992) entre la guerrilla del FMLN y las elites conservadoras de las cúpulas políticas y empresariales, apoyadas por el ejército, que hizo 75 mil víctimas y 15 mil desaparecidos en 12 años.
La afluencia a las urnas fue bastante baja, ya que sólo el 52% de los empadronados, que en total suman unos 4 millones 955 mil sobre un total de 6.2 millones de ciudadanos, fueron a votar. En las anteriores elecciones, en 2009, cuando el candidato del FMLN Mauricio Funes resultó ganador, la participación fue del 62.9%.
Por primera vez pudieron votar los salvadoreños residentes en el exterior que son más de 2.7 millones. Sin embargo, en el padrón oficial fueron incluidos unos 142 mil ciudadanos que viven, en su mayoría, en Estados Unidos, y de ellos sólo unos10 mil se registraron y tuvieron acceso efectivo a las urnas.
Quien no va a estar en balotaje es el ex presidente (2004-2009) Elías Antonio Saca, pues obtuvo sólo el 11,4% de las preferencias con su nuevo Partido Concertación Nacional, de centroderecha, que surgió de una costilla de Arena y para estas elecciones se juntó con otras formaciones menores en la coalición Unidad.
Sin embargo, su caudal de votos será determinante para definir quién gobernará El Salvador en los próximos 4 años. De hecho, la presencia de Saca y de una derecha dividida entre “moderados” e “intransigentes” fungió de catalizador de los ataques por parte de Arena que subestimó el peligro constituido por la izquierda durante buena parte de la campaña.
Unidad se ha propuesto como una fuerza centrista de balanceo y será objeto de los cortejos de los dos extremos, el FMLN y Arena. “Vamos a trabajar con todos para construir una agenda de país”, declaró Sánchez Cerén después de conocer los resultados. El líder del frente también quiso reconocer la importancia de la coalición Unidad, tercera fuerza política de El Salvador, ya que hizo un llamado a Saca para empezar a trabajar juntos con vistas a la segunda ronda electoral y a la formación del futuro gobierno.
Si el FMNL llega a ganar y consolida una alianza de gobierno con Saca y Unidad, habrá diferentes “almas” políticas que tendrán que convivir: el Frente ha postulado a la presidencia a un exponente de la vieja guarda guerrillera, Sánchez Cerén, quien se coloca más a la izquierda con respecto del actual mandatario, el otrora corresponsal de CNN Mauricio Funes; el vicepresidente del Frente sería Óscar Ortiz, de la corriente más innovadora y crítica de las jerarquías del partido heredadas del pasado; finalmente, está el ex presidente Saca con sus huestes que podrían “cobrar” su apoyo al Frente y que medirán sus fuerzas también en el mediano plazo, cuando, en 2015, se vote para elegir a los 84 diputados del congreso unicameral. Actualmente, el FMLN tiene una mayoría relativa en la cámara con sus 31 diputados, pero necesita de los votos de Unidad que tiene 11 congresistas y, eventualmente, de otros partidos políticos con representaciones más pequeñas.
El nuevo presidente entrará en funciones el primero de junio y tendrá que afrontar problemas irresueltos y muy graves como el estancamiento económico, que se manifestó en una tasa de crecimiento del PIB muy baja para la región de tan sólo un 1.9%, la pobreza que, aun cuando bajó del 7% entre 2011 y 2012, interesa al 40% de la población y a la violencia imputable al narcotráfico, a las maras, a la desigualdad y a la endémica ausencia institucional.
Gracias a un pacto entre el gobierno de Funes y las pandillas, éstas mantuvieron una tregua a cambio de un mejor trato carcelario para sus jefes presos, así que en el último año la violencia en El Salvador bajó de un promedio de 70 homicidios cada 100 mil habitantes, entre 2009 y 2011, a unos 45 en 2012 y, en 2013, hasta 39. Sigue siendo una tasa muy alta, pero inferior a la registrada en los otros dos países centroamericanos del llamado “triángulo de la muerte”: Guatemala tiene 42 homicidios/100 mil habitantes y Honduras 82.
No obstante, la oposición ha acusado al Frente de mantener un “pacto criminal” con la delincuencia y quiere cancelar la tregua. Quijano ha declarado que las bandas están “del lado del gobierno” y ha prometido mano dura, “estado de excepción” y militarización de la lucha contra narcos y maras en caso de victoria, pues “sólo podemos confiar en Dios y en la policía”, según el líder derechista.
También el frentista Sánche Cerén pretende alejarse de la política de Funes, pero en otro sentido. La idea es que “ahora sí” se van a realizar las medidas y las promesas que no se pudieron concretar en los 5 años anteriores de gobierno, ya que fue un mandato de compromiso, el primero para la izquierda. La campaña se centró en la “cuestión moral”, es decir, en denunciar la corrupción del ex presidente de Arena, Francisco Flores (1999-2004), quien, al parecer, intentó huir del país en el mes de enero pasado y es acusado de haber recibido, y en parte retenido para sí, entre 10 y 20 millones de dólares en donaciones de Taiwán durante su mandato.
El Frente también ha hecho hincapié en el papel importante del Estado y en el reforzamiento de los programas de gobierno a favor de las escuelas públicas y de las becas financiadas por Alba Petróleos, una empresa conjunta entre alcaldías salvadoreñas y capitales venezolanos. Para la seguridad, se propone una “mano inteligente” con programas de reinserción social y una “mano firme” para los que sigan en la delincuencia.
Finalmente, tanto la oposición de Arena como el oficialista FMLN no prevén ni reformas fiscales que sanen el problema de las escasa recaudación y, por ende, no se vislumbra ninguna propuesta de planes universalistas para extender la seguridad social (pensiones, salud, educación, servicios públicos) a toda la población, lo cual es un elemento común en gran parte de América Latina.
Twitter @FabrizioLorusso