Reportage. Haití: elecciones y la ONU, antes y después del cólera (1/2)

Fabrizio Lorusso para http://desinformemonos.org/

Para Ayudar: http://www.haitiemergency.org/

Del terremoto al cólera

Mientras este artículo se encuentra en fase de revisión, los medios de comunicación internacionales centran su atención en la propagación de una epidemia de cólera en las regiones septentrionales de Haití y en la posibilidad de que ésta se extienda masivamente hacia el corazón de la capital, Puerto Príncipe, donde 1354 campamentos de refugiados, construidos de emergencia con lonas de plástico, acogen a más de un millón  500 mil personas que perdieron su casa tras el terremoto del 12 de enero de 2010 (Aquí: Liga a resumen de acontecimientos).  Nuevamente se habla de muerte, más de 1800 fallecidos en poco más de un mes, y desde Haití, las últimas noticias dan cuenta de la enésima crisis humanitaria descontrolada. Paradójicamente, por la creciente atención mediática dedicada al drama del cólera, se interrumpió la espiral de silencio e indiferencia que se había creado en torno a la situación del país caribeño, el más pobre del hemisferio occidental, que hace apenas unos meses fue azotado por la peor catástrofe de la historia moderna: un terremoto de 7.3 grados en la escala de Richter, que devastó  la capital, una metrópoli de dos millones de habitantes, y otros centros urbanos de la periferia como Leogane y Carrefur. En total, la tragedia cobró  250 mil víctimas, obligando a cientos de miles de desplazados a vivir en la calle o en barrios conformados por tiendas de campaña “provisionales”. Aun hoy, las cifras relativas a la dimensión del desastre varían dependiendo de la fuente (gobierno, medios de comunicación nacionales e internacionales, ONG, gobiernos extranjeros, organismos multilaterales, etcétera) y cambian de mes en mes.  Sin embargo, permanece la realidad de una tragedia sin precedentes en términos absolutos.  Aunque nos basemos en las cifras más prudentes, el número de decesos representa una cifra enorme que, en términos porcentuales, se sitúa entre el 10 y el 15 por ciento de la población del área de Puerto Príncipe.

A la tragedia humanitaria del sismo, se sumaron los graves problemas causados por la temporada de lluvias que comenzó en mayo y que, entre septiembre y octubre, alcanzó su nivel máximo de peligrosidad. Aunque la alarma por el huracán Tomás no haya sido mayúscula con respecto a los años anteriores, éste dejó al menos 21 muertos, 40 heridos y un alto número de casas dañadas (más de 6000). Tomás ocasionó, además, enormes riesgos y desplazamientos para quienes viven en tiendas de campaña y para los menos afortunados, quienes duermen en las calles.

A la inminente amenaza meteorológica, se suma la emergencia bacteriológica con la propagación del cólera, que ha provocado ya centenares (1700 con datos del 29/11) de muertos en el norte del país, el cierre de Saint Marc y más de 20 mil personas afectadas por esta enfermedad que se recuperan en los hospitales. Por ello, el balance de víctimas se actualiza cotidianamente y está destinado a crecer dado que los problemas que más favorecen la propagación de la patología, como el del agua potable, de entre las peores del mundo ya antes del terremoto, o el problema de las condiciones higiénicas de las que carece gran parte de la población, expuesta diariamente a la intemperie y forzada a vivir en el fango y en las aceras, no han sido afrontados adecuadamente, a pesar de la ayuda internacional. Todavía a mediados de noviembre, se señalaban también entre 30 y 40 muertos por la epidemia en los barrios del distrito popular de Cité Soleil en Puerto Príncipe, lo que significa que el cólera se está expandiendo en el corazón de la capital. El desbordamiento de ríos y canales, resultó ser un peligroso vehículo más para la enfermedad, sobre todo el mes pasado, cuando la temporada de lluvias alcanzó su punto crítico.

Ante la miseria extrema, las elecciones presidenciales y las esperanzas de algún tipo de cambio social y económico, la desesperación de la gente ha llevado a multiplicar las manifestaciones anti-Onu y anti injerencia extranjera, motivadas por la sospecha de que el mismo cólera haya sido importado en el país por el contingente nepalés de la MINUSTAH, los cascos azules de la ONU. Lo que es cierto es que esa enfermedad ya no estaba en Haití hace casi un siglo y que algún agente desde fuera pudo haberla traído nuevamente en la isla, lo que sería normal y controlable en un país con un estado funcional y existente, pero no en Haití, una república de ONG, ejércitos y agencias poco coordinadas entre sí: aquí la globalización y la presencia extranjera toman las formas de un neocolonialismo muy extremo, mucho más que en los demás países de América Latina. Por ello, el descontento popular reivindica la soberanía nacional y la expulsión de los militares extranjeros y, últimamente, se ha volcado incluso en contra de las agrupaciones humanitarias con la consigna “abajo la Minustah, Préval y el cólera”.

La represión por parte de los cascos azules no fue nunca blanda y, el 15 y 16 de noviembre, causó dos muertos en Cabo Haitiano, donde murieron dos manifestantes baleados por estos militares. Además, los rumores acerca de las responsabilidades de las cascos azules nepaleses fueron confirmados por un alto mando del ejército estadounidense, como remarcado en dos entrevistas por el embajador sueco en Haití, Claes Hammar, quien confirmó que la epidemia fue propagada a partir de los desechos de la MINUSTAH en el Río Artibonite, cerca de Saint Marc en el centro-norte del país (ver http://haitiinformationproject.blogspot.com/). El potencial de contagio según una estimación extraoficial de la Organización Mundial de la Salud es de 600 mil personas sólo en Puerto Príncipe con un máximo de muertos de 100 mil.

Elecciones presidenciales y violencia

El clima político en Haití ha sido más tenso a causa de las elecciones parlamentarias y presidenciales del 28 de noviembre, en las cuales 4.7 millones de electores han sido llamados a renovar las cámaras eligiendo a 99 diputados y 11 senadores, y, asimismo, al sucesor del actual presidente René Preval, quien ocupa el cargo desde el 14 de abril de 2006. Los partidos políticos registrados para la jornada electoral son, en total, 68 y el número de candidatos es 18, pero son seis los favoritos para la presidencia, según diversos sondeos sobre intención del voto del mes de noviembre de 2010, (en orden decreciente de preferencia): la constitucionalista Mirlande Manigat, (RDNP – Reunión de Democráticos Nacionales Progresistas), el ingeniero Jude Célestin (INITE – Unidad), el candidato “del poder” apoyado por René Preval, el  empresario Charles Henry Baker (Respect – Respeto) y, en cuarto lugar, el cantante, popular en los barriadas, Michel Martelly (Respons Peyizan – Respuesta Ciudadana), cercano al rapero estadounidense Wyclef Jean, quien fue  excluido de la contienda en agosto. Entre los otros candidatos, favoritos según los sondeos, merecen una nota especial también Jacques-Édouard Alexis, perteneciente a la vieja guardia fiel al presidente Preval pero arrinconado en el último minuto por Jude Celestine, y Jean-Henry Ceant, apoyado por una fracción importante de los partidarios del ex presidente exiliado Jean-Bertrande Aristide y de su partido, excluido de la contienda por irregularidades formales y, según la prensa alternativa, conflictos políticos con el presidente Preval (perfiles de candidatos Link).

En realidad, la incertidumbre y la fragmentación se unen a la poca claridad en torno a las propuestas y a la diferencia real entre los contendientes que no parecen alejarse de las políticas de abandono del estado de bienestar y de completa apertura al capital extranjero que adoptó el gobierno saliente. Los únicos candidatos que parecen distinguirse de los otros y distanciarse un poco de la elite política y económica actual, podrían ser, en parte, Martelly (el cual, sin embargo, está ligado y ha sustituido frente a los electores a un personaje sombrío y elitista como Wyclef Jean) y la favorita Manigat, respaldada por una importante carrera académica y política en el ámbito nacional e internacional. No obstante, ella ha sido frecuentemente acusada de estar distante de los barrios populares y de las necesidades de la gente más pobre. De todos modos, fue ya “first lady” cuando su marido Leslie Manigat gobernó en 1988, luego, fue depuesto por un golpe y, sin embargo, su esposa no es una outsider ni una candidata de ruptura con el grupo dominante tradicional.

Desordenes y corrupción

Como señalan las Naciones Unidas en sus reportes y comunicados de agosto pasado respecto al mantenimiento del orden público,  una de las labores encomendadas a los Cascos Azules de la MINUSTAH (Misión de Estabilización de la Naciones Unidas en Haití) con base en la resolución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) 1542 del 30 de abril de 2004, la intensificación de la violencia y de los enfrentamientos, antes y después de las elecciones políticas, es una posibilidad concreta en un contexto socioeconómico dramático y potencialmente explosivo. Otros problemas graves concernientes al proceso electoral son, sin duda, la muy escasa afluencia a las urnas, agravada por las desesperadas condiciones de vida de la gente después del terremoto, y la dificultad de encontrar personal calificado para los escrutinios.  Los hechos del mes de noviembre nos hablan de una creciente tensión electoral, ya que hubo tres muertos en distintas regiones del país por enfrentamientos entre partidarios de Baker, Martelly y el oficialista Jude Celestine. Además, la semana anterior a la jornada electoral, 4 candidatos de partidos pequeños pidieron, sin éxito, un cambio de fecha por la emergencia del cólera y la lentitud con que se procedió a repartir las identificaciones personales necesarias para votar: muchísimas personas perdieron sus “tarjetas de identidad” tras el sismo, o bien, emigraron en el interior del país sin cambiar su residencia y la expedición de nuevas identificaciones ha requerido en las últimas semanas un esfuerzo enorme para la burocracia y para la población. Desgraciadamente, horas y horas de filas bajo el sol no han sido suficientes para miles de ciudadanos. Todo ello ha afectado gravemente la afluencia a las urnas y ha causado las mejores condiciones para perpetrar fraudes, doble votación o fallas en la identificación.

En este sentido, se subrayan los peligros para el proceso electoral y por la estabilidad general del país, representados por la creciente distribución de armas entre la población, por la reconstitución de grupos dedicados al tráfico de drogas y al secuestro, y por la eventual convivencia de éstos con las fuerzas políticas en busca de financiamiento. Además, los movimientos sociales relacionados al partido Fanmi Lavalas y grupos de ciudadanos fieles a su fundador, el ex presidente Jean-Bertande Aristide, exiliado en la República Sudafricana luego del golpe de estado perpetuado en su contra el 29 de febrero del 2004, sostienen que, una vez más, se les está negando a los haitianos el derecho de decidir autónomamente su propio destino, aunque algunos de ellos volcaron sus consensos hacia el candidato Cléant.

De hecho, mientras de agosto a septiembre los medios de comunicación se ocupaban nada más del caso del popular rapero estadounidense Wyclef Jean, excluido del círculo de posibles candidatos a la presidencia por problemas ligados al requisito que impone al menos cinco años de residencia en Haití, el partido político que obtuvo el mayor consenso electoral en los años noventa y en el 2000, precisamente el Fanmi Lavalas, fue descartado para participar en las próximas elecciones, tal como sucedió en el 2006.  En efecto, el Estado haitiano nunca ha gozado de una reputación de imparcialidad, mientras que el intercambio de favores, el clientelismo y la lógica del capital (sobre todo extranjero y de muy pocas familias nacionales) han sido los mecanismos privilegiados que han regulado el complejo funcionamiento del aparato político. La percepción sobre las condiciones de la competencia electoral y el funcionamiento del estado de derecho son bien ejemplificadas en los datos proporcionados por Transparencia Internacional sobre corrupción en el mundo, los que colocan a Haití en los últimos puestos (puesto 146 en el 2010) con una puntuación de 1.4, 2.8 y 2.2 de 10 en el 2008, 2009 y 2010, respectivamente.

Primeras evidencias electorales y caos

En este contexto, se desarrollaron las operaciones de voto y escrutinio el 28 de noviembre y hubo otros dos muertos en Aquin (sur del país) y decenas de heridos por la violencia desencadenada en la jornada electoral, con manifestaciones de gente desesperada por no poder votar o, por el otro lado, marchas para la anulación del voto (a las que se ha sumado el omnipresente Wyclef Jean, pidiendo, más que una anulación total, un recuento certificado por agencias internacionales confiables). El voto fue juzgado irregular y fraudulento por muchos contendientes: si bien Gaillot Dorsainville, presidente del consejo electoral de Haití, asegura que todo funcionó regularmente (sólo 56 de 1500 secciones fueron invalidadas) y así también afirma la Organización de Estados Americanos (“pese a las irregularidades que deberán ser objeto de una averiguación especial”), ya doce candidatos (incluyendo a todos los favoritos salvo el oficialista Celestine) han pedido la anulación del voto, respaldados por miles de manifestantes que han marchado para protestar en Puerto Príncipe el mismo domingo 28 en la noche. No es algo nuevo en Haití, así que la paciencia y el control interno y externo parecen ser las únicas armas a disposición: la infraestructura de transporte y comunicación es muy lenta y los resultados se darán a conocer finalizando esta semana.

La Onu ha expresado su “viva preocupación” por la violencia generada en estos días y, sobre todo, el domingo, mientras que los observadores estadounidenses del Center for Economic and Policy Research definen todo el proceso como una “verdadera farsa”. A la fecha de redacción del artículo, no se conocen todavía los datos sobre el número de votantes y los nombres de los primeros dos candidatos que podrán participar en la segunda vuelta del 16 de enero próximo, los que serán publicados a partir del 5 de diciembre. Si un candidato obtiene el 50% más uno de los votos, puede ganar en la primera ronda (véase http://www.lenouvelliste.com/index.php). En las primeras horas del “día depués”, la situación en la capital parece más calma y no hay manifestaciones significativas, aunque varios candidatos presidenciales están teniendo ruedas de prensa para denunciar las irregularidades del proceso y acusar a Inite, el partido de gobierno, de fraudes, compra de votos y cooptación de plazas, mientras que el consejo electoral insiste en la regularidad de las elecciones y se alza como única autoridad con poder de decisión al respecto. La candidata Manigat y el cantante Martelly han moderado sus posiciones en la tarde del lunes 29, al declarar su expectativa de que las irregularidades no fueron tan importantes a la luz de los nuevos datos nacionales que se están procesando. Sólo hace falta esperar. CONTINUA…

Léalo también en: http://www.rebelion.org/

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