En los ochenta, las sectas eran consideradas como enclaves de poder; en la década siguiente comenzó a hablarse de las trasnacionales de la fe; pero fue en los pliegues finiseculares donde se dio ese perverso maridaje entre culto y poder que hoy envuelve a políticos, empresarios, estrellas de la farándula y fanáticos, pero también a narcotraficantes. Hoy, la pérdida de sentido está hipotecando el futuro y se alimenta de violencia, lo mismo en México que en los demás países de la región y en Europa, antaño tan proclive al tragicismo de los fascistas y los nazis. Y en medio de esta parafernalia emergen nuevos mitos, acaso impostados, y emblemas como el de la Santa Muerte. El futuro semeja un abismo. Artículo de Fabrizio Lorusso – Revista Variopinto – Número 15 Septiembre de 2013
Henry Kissinger se hizo famoso con el aforismo: “El poder es un afrodisiaco”. Giulio Andreotti, el padrino de la política italiana del siglo xx solía decir: “El poder consume a quien no lo tiene”. Y hay quienes, con tal de conseguirlo y mantenerlo, entregan su destino a fuerzas ocultas.
Brujos, magos, curanderos, santos prohibidos y ritos esotéricos siempre han estado presentes en las crónicas sobre poderosos y famosos, empresarios, políticos, estrellas de la farándula o mitos de la televisión y el cine. La tentación de buscar favores y vibras, éxito y poder, a través de limpias y “trabajos especiales” atrae a todos, pero quizás más a los políticos.
El ex gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, la ex líder magisterial Elba Esther Gordillo —recluida en el penal de Santa Martha Acatitla— y el otrora secretario de Seguridad Pública de Calderón, Genaro García Luna, compartían un interés por creencias esotéricas. Todos ellos ejercieron el poder de manera autoritaria.
El periodista José Gil Olmos, autor de Los brujos del poder y La Santa Muerte, describió la pasión de Ulises Ruiz por la magia negra, la santería y la Santa Muerte: huesos, figuras caribeñas, talismanes y santeros de cabecera, en calidad de consejeros, lo rodean. Durante el conflicto magisterial de 2006 en Oaxaca, su aparato represivo dejó 25 muertos, decenas de heridos, siete desaparecidos, 500 detenidos y 380 casos de tortura.
Los flujos de esperanzados hacia Catemaco, tierra de brujos y hechiceros, son frecuentes y van de la mano del pensamiento mágico y del misticismo que radican en México. Varios famosos habrían acudido allí en alguna ocasión: Carlos Salinas, José Córdoba Montoya, Pedro Aspe, Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador, Marta Sahagún, Beatriz Paredes y Raúl Velasco, el otrora conductor estrella de Televisa, tan proclive a las vibraciones cósmicas.Según los brujos, la magia negra o blanca es lo que más piden los gobernantes; la figura de la Santa Muerte también es usada, junto a otros santos populares para realizar sueños de gloria y planes políticos.
Muchos brujos “trabajan” con la Santísima, aunque la esencia de su culto es otra, ya que es una devoción popular a la figura de la Muerte que lleva siglos en México, pero se popularizó en los noventa, sin el reconocimiento de la Iglesia. Hoy tiene entre cinco y 10 millones de seguidores en el mundo y guarda muchas diferencias con la brujería y la magia.
Éstas son prácticas, no cultos, y se usan para modificar la realidad externa a través de evocaciones, rituales, fórmulas y con la fuerza de voluntad. La Santa Muerte se identifica con una deidad-entidad, la muerte, representada con la imagen medieval descarnada que trajeron los españoles y las cofradías católicas durante la Conquista. Espada y cruz. La Gran Segadora huesuda con la guadaña y el mundo en sus manos se parece a las catrinas de Posadas, pero es distinta; en su versión santificada le dicen Niña Blanca, Bonita o Flaquita.
Beto Quintanilla, El mero león del corrido, decía en su canción dedicada a la Santa: “ya hay millones que le rezan, la iglesia empieza a temblar / Abiertamente ya hay curas que la empiezan a adorar / Mafiosos y de la ley se la empiezan a tatuar / Políticos y altos jefes también le tienen su altar”. En el fondo, los corridos hablan con la verdad y el poder, a veces, unen lo sagrado y lo profano, el espíritu y la carne.
Todo culto tiene aspectos exotéricos, pero sobre todo esotéricos, es decir, ocultos y misteriosos. Son exotéricos los rosarios callejeros a la Flaquita o la veneración del pueblo para el Niño Fidencio, San Pancho Villa o Juan Soldado. Son esotéricas las fórmulas que un brujo usa para amarrar a la persona amada y los rituales iniciáticos de una secta.
Una alianza non sancta
Históricamente la política, en su sentido de ejercicio del poder, ha mostrado cierta atracción por lo esotérico o secreto.
La cercanía de la médium personal de la esposa de Abraham Lincoln y de la astróloga de Nancy Reagan, Joan Quigley, con sus respectivos maridos-presidentes fue emblemática, así como lo es el ascenso de la Skull & Bones, la sociedad secreta más influyente de América, gracias a la adhesión de los Bush, padre e hijo. En Italia, Letizia Moratti, ex secretaria de Educación y alcaldesa de Milán de 2006 a 2011, quien se sentía la Thatcher italiana, se valió de los servicios de un célebre sensitivo que incluso habría influido en la conformación del gobierno municipal.
El líder político y magnate televisivo Silvio Berlusconi es conocido por su vida excéntrica. La revista L’Espresso mostró que su villa de Cerdeña se inspira en una simbología erótico-esotérica, tal vez porque el empresario perteneció a la logia masónica propaganda due (p2), declarada criminal y subversiva por el Parlamento en 1982. El Venerable Maestro y fundador de esa logia reaccionaria, Licio Gelli, tejió relaciones con el general argentino Eduardo Massera, miembro de la Junta Militar que instauró la dictadura de 1976 a 1983 en ese país sudamericano.
En el país austral hubo mezcla entre culto y poder. José López Rega, hechicero manipulador de Juan Domingo Perón, en los setenta era el contacto argentino de la p2 y llegó a ser Ministro del Bienestar Social. Mabel Iam era la pitonisa del “presidente de la crisis financiera”, Fernando de la Rúa, mientras que el mandatario populista Carlos Menem tenía una vidente personal en los noventa. También en África, la brujería no sólo es un legado ancestral y tribal, sino que se integra a la política y al capitalismo de cuño europeo: los gobernantes la usan para ganar elecciones y poder.
Por cierto, América le debe mucho al continente negro en cuanto a religiones como la santería, el vudú y el palo mayombe. Éstas, tal como el culto a la Niña Blanca y la brujería, no necesariamente se relacionan con magia negra o negatividades, al contrario. Sin embargo, todo depende de quién las utiliza y para qué.
Y aquí en México, en la época de Fox, García Luna fue jefe de la hoy extinta Agencia Federal de Investigación (afi) y tenía una estatua de la Flaquita en su oficina. Luego, Calderón lo nombró Secretario de Seguridad. Al parecer, García Luna sustituyó la figura típica de la Santa Muerte, el esqueleto con sayal franciscano, con el Ángel de la Muerte, tal como lo recomendaba el autonombrado arzobispo de la Santa Muerte, David Romo, hoy sentenciado a 12 años de cárcel. Romo fue quien en vano trató de transformar este culto espontáneo y horizontal en una especie de religión, con una institución vertical, una doctrina oficial, sacerdotes y ceremonias establecidas.
En 2005, Gobernación quitó el reconocimiento legal a su Iglesia Santa Católica Apostólica Tradicional México-Estados Unidos, pero la actividad del Padre continuó hasta su encarcelamiento en 2011. La modelo Carmen Campuzano también es devota de la Santa Muerte y le pidió salir de sus problemas de adicción. Gil Olmos cuenta que hasta María Félix la veneraba. Asimismo, en 2004, la cantante y actriz cubana-mexicana Niurka Marcos y su ex pareja Boby Larios se casaron en la Iglesia de Romo.
También hay altares y creyentes en Alemania, España, Italia, Dinamarca, Centro y Sudamérica, Japón y Estados Unidos, pues la migración, el turismo y el internet concurren a su difusión masiva. Las jerarquías eclesiásticas combaten la expansión del culto que, sin embargo, es imparable y autónomo con respecto a instituciones y sacerdotes. En el mercado de Sonora en la Ciudad de México (gran expendio de productos esotéricos del Distrito Federal) la Santa sólo es superada en ventas por la Virgen de Guadalupe, la patrona nacional. No funcionaron los intentos del Vaticano de “liberar del diablo” a los devotos de la Flaca con amenazas de excomunión, con la siembra de altares de su “rival”, San Judas Tadeo, o con la capacitación de exorcistas especializados. Y es que no hay ningún Satanás que extirpar del alma de los “santamuertistas”.
Lo que hay es la crisis de la Iglesia en América, endémica como la pérdida de fieles frente a la avanzada de pentecostales y protestantes o de multinacionales como la Iglesia de la Cienciología y Pare de sufrir. No obstante, el Vaticano sigue en la cúspide de un poder religioso y temporal, global y milenario.
Entre los poderosos, también narcos y criminales, por lo general, son muy religiosos. La conexión mediática Delincuencia-Santa Muerte surgió tras la captura en 1998 del secuestrador Daniel Arizmendi, El Mochaorejas, quien tenía un altar a la Niña Blanca, mismo que se llevó a su celda en La Palma. Sin embargo, Arizmendi tenía también una imagen de la Virgen que pocos medios mostraron.
En abril de 2001, fue arrestado Gilberto García Mena, El June, lugarteniente de Osiel Cárdenas, jefe del cártel del Golfo. En el jardín de su mansión, el ejército halló un santuario de la Blanca: así nació el mito de la narco-santa. Cada vez más, los operativos de la guerra al narcotráfico arrasan los “recintos sagrados” de la Santa Muerte, sobre todo en las carreteras del Norte del país. No obstante, los santos favoritos de los narcos son muchos más de lo que se cree: la Guadalupe y San Judas son importantes, así como el “Robín Hood” de Sinaloa, Jesús Malverde, y la Santísima. En 1996, hasta el poderoso Señor de los Cielos, Amado Carrillo Fuentes, jefe del Cártel de Juárez, le habría mandado a hacer un altar, pero el fenómeno de las narcolimosnas ha involucrado a todo tipo de santos y santuarios, católicos y alternativos.
Misticismo impostado
La investigadora argentina Lía Dansker, quien trabajó en correccionales de menores del Distrito Federal, encontró que San Juditas es el más popular entre los jóvenes detenidos, procedentes en su mayoría de barriadas de la capital; que la Santa Muerte crece y está en segundo lugar; y que todos tienen un trasfondo común católico.
Lía conquistó la confianza de los chavos con sus cuentos sobre el primo argentino de la Santa, San La Muerte, y el Gauchito Gil, otro santo prohibido. Para ellos, no sólo se hacen tatuajes o mandas, sino que los más fervientes se implantan una figurilla suya bajo la piel. Si el cuerpo se infecta y la rechaza, no habrá milagro. Históricamente, culto, misticismo y poder se maridaron en la Alemania nazi: una corte de magos, astrólogos y ocultistas rodeaba a Adolf Hitler que los incluyó en las filas de las SS. El jefe de esta organización militar, Heinrich Himmler, solía retirarse en su alcázar de Wewelsburg para realizar rituales iniciáticos y esotéricos, mientras que el führer consultaba a su astrólogo personal antes de tomar decisiones importantes. Hasta su aliado italiano Benito Mussolini tuvo un consejero-esotérico: Giuseppe Cambareri.
El misticismo nazi se basaba en mitos, leyendas y visiones político-religiosas que justificaban la superioridad de la raza aria y los delirios de potencia de sus creadores. Hoy en día, el nazismo esotérico caracteriza, por ejemplo, un partido político como Alba Dorada, que participa en el gobierno de Grecia, y los neofascistas italianos. Un nazi-esotérico conocido en Latinoamérica fue Miguel Serrano, diplomático e intelectual chileno, amigo del poeta fascista Ezra Pound y autor de Hitlerismo esotérico y Adolf Hitler, el último avatar.
La organización Nueva Acrópolis, fundada en Argentina por el poeta Jorge Ángel Livraga en 1957, presente en México y otros 40 países, fue definida por el Parlamento Europeo en 1984 como una “agrupación fascista y paramilitar”. El periodista argentino Alfredo Silletta calificó su ideología como un mix de elementos “esotéricos, teosofía, orientalismo, alquimia, astrología y un poco de filosofía griega”.
Los neonazis suelen mezclar y recrear tradiciones y símbolos, ya sean musicales, religiosos o literarios, apropiándose de los más adecuados para su ideología y para sumar adeptos a causas políticas convertidas en cultos y dogmas. Hasta el icono de la Santa Muerte parece apetecible para estos grupos, ya que es muy llamativa y se presta a instrumentalizaciones fáciles, al recordarles elementos fundacionales de la ideología nazi como el sacrificio, la guerra, el valor y, por cierto, la exaltación de la muerte.
De este lado del charco, en Tepito, dicen que la Santa Muerte “no solapa a pendejos, ni enaltece a cabrones”, y es razonable hablando de cultos, poder e ideologías, pues hay límites a la ambición material y espiritual. Tepito es un barrio de artesanos, comerciantes y vividores donde la Santísima es la Patrona porque es “más cabrona que la Virgen” y “hace paros, no sólo milagros”, según sus seguidores. Finalmente, los devotos piden una vida y una muerte buenas, sin dobles finalidades.
Cuenta Alfonso Hernández, sumo cronista tepiteño, que “los mexicanos desprecian Tepito y no se dan cuenta de que a México lo consideran el Tepito del mundo”. Así que del barrio bravo no se escapa, sino que se aprende, porque la sabiduría barrial puede ser directa y filosa como una navaja o estar escondida entre callejones y albures finos.
En México, la Santa Muerte ha tenido cierto éxito entre los pudientes, pero mucho más entre las clases populares, a menudo excluidas por la Iglesia, el Estado y esos mismos poderosos. La Flaca es un soporte espiritual que da protección, trabajo, salud, dinero y seguridad. Son bienes escasos para esos devotos silenciosos que del poder huyen, más que buscarlo.
Foto de Rodrigo Cruz “Mito”.